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La historia de una mujer pobre que utilizó su calvicie para hacer un producto que cambió su vida a los 51 años

Hija de exesclavos, Sarah Breedlove, también conocida como Madam C.J. Walker, es la prueba de cómo, a mediante trabajo arduo y constante, los sueños sí se pueden hacer realidad. Publicada en el Libro Guinness de los récords mundiales como la primera mujer millonaria, construyó un negocio exitoso desde cero a través del cual pudo proporcionar a miles de mujeres afroamericanas un trabajo digno y bien remunerado.

Su historia fue retratada en una producción de Netflix y en Bella y Genial queremos compartir contigo los detalles de esta historia que demuestra que el sueño americano puede existir para aquellos que no se rinden a pesar de los tiempos difíciles.

Los inicios de Sarah Breedlove

Sarah Breedlove nació en 1867 en el sur de los Estados Unidos, en Luisiana, como hija de padres y hermanos esclavos de una plantación de algodón. Afortunadamente, cuando Sarah nació, quedaron libres, aunque a los 7 años la niña quedó huérfana. Al morir sus padres, Sarah se mudó a la casa de su hermana Louvenia y su esposo Jesse Powell, en dónde comenzó a trabajar como empleada doméstica desde una temprana edad.

A los 14 años, se casó apresuradamente con Moses McWilliams, la razón real detrás de este matrimonio era que el marido de su hermana era una persona muy cruel, por lo que Sarah solo pudo garantizar su seguridad de esta manera. Cuatro años después, tuvieron una hija, A’Lelia, y tan solo dos años más tarde, su esposo murió, por lo que la joven de 20 años se quedó viuda con una niña pequeña.

Su vida como empleada doméstica

En 1888, Sarah se mudó a San Luis pues allí vivían sus hermanos que trabajaban como peluqueros. Ahí, Sarah consiguió un trabajo como lavandera y cocinera en dónde recibía 1,5 dólares al día, que le permitían a duras penas poder para pagar la educación de su hija. Como todas las lavanderas, Sarah sufría por las sustancias químicas fuertes y las malas condiciones sanitarias (no todas las casas tenían agua corriente y calefacción central) y eso hizo que se quedara casi calva.

Fue ahí que acudió a sus hermanos peluqueros para aprender sobre el cuidado básico del cabello, donde, un poco más tarde, Sarah se familiarizó con los cosméticos para el cabello de Annie Malone y conoció a su creadora. Así se convirtió en agente de ventas de Malone y se interesó seriamente en la cuestión del cuidado del cabello.

El comienzo de su exitosa carrera

Mientras continuaba trabajando para Malone, Sarah, de 37 años, se mudó a Denver con su hija y comenzó a pensar en crear su propia línea de productos para mujeres afroamericanas. Así fue cómo hizo numerosos experimentos con diferentes componentes hasta que logró obtener un resultado exitoso, así que empezó su negocio en paralelo.

En 1906, se casó con Charles Joseph (C. J.) Walker y se hizo conocida por su nombre.
C. J. se convirtió en su socio comercial, pues al trabajar en publicidad, aprovechó su conocimiento para darle a su esposa valiosos consejos sobre la promoción. Con el conocimiento otorgado por su esposo, Sarah decidió iniciar una nueva estrategia de venta, caminando por la ciudad de puerta en puerta vendiendo sus productos.

En ese mismo año, decidió expandir el negocio. A’Lelia ya era adulta, terminó sus estudios y ayudó a su madre a administrar todos los pedidos por correo en Denver. Y fue dos años después que Madam C. J. Walker se mudó con su familia a Pittsburgh. Allí abrieron un salón de belleza y una escuela que formaba profesionales sobre el cuidado del cabello y les daban útiles consejos sobre cómo vender cosméticos.

Los frutos de su esfuerzo

En 1910, decidió mudarse a Indianápolis, donde estableció la sede de Madam C. J. Walker Manufacturing Company. Era tanto su éxito que construyó una fábrica con un laboratorio, una peluquería y una escuela de belleza, donde formaba a sus agentes de ventas. Para 1917, Madam C. J. Walker ya había proporcionado empleos con salarios altos para la época para casi 20.000 mujeres.

Cuanto más rica se volvía, más tiempo dedicaba a la caridad y a los asuntos políticos. Sarah daba conferencias, luchaba contra la injusticia social, donaba dinero a los fondos de becas y antes de su muerte, legó casi 100 mil USD a orfanatos y diversas instituciones sociales. Además, Sarah quería que las mujeres afroamericanas luchasen por su independencia financiera, por lo que alentaba a las mujeres a ser emprendedoras, les enseñaba a manejar sus finanzas y administrar negocios.

Madame murió a los 51 años. Era considerada la mujer afroamericana más rica. En el momento de su muerte, el legado de Walker se estimaba entre 500 mil USD y 1 millón USD. El obituario decía que, dos años antes de su muerte, Sarah aún no era millonaria, pero esperaba convertirse en una algún día. Y no necesariamente por el dinero, sino por el beneficio que podría hacer con su ayuda.

Y tú, ¿cómo sobrepasas los momentos difíciles que se presentan en tu vida? ¿A qué te inspira la historia de Sarah Breedlove?

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