6 Inseguridades de la princesa Diana con las que lidiaba en silencio
Las princesas siempre parecen vivir en un mundo perfecto, por los menos, las de los cuentos que tanto conocemos. Aunque nos gustaría que eso fuera cierto, en la vida real, los miembros de la realeza también la pasan mal, como todas nosotras. El mejor ejemplo fue la princesa Diana, que se cree que fue el miembro más popular de la familia real británica, además de un ícono de la moda y una de las mujeres más fotografiadas del siglo 20. Aun así, vivía con muchos complejos.
En Bella y Genial aprendimos de la biografía de “Lady Di”, que una corona o un estatus no te hace inmune a las inseguridades físicas.
No le gustaban sus hombros
La bella Diana creía que tenía el físico de una nadadora. No le gustaban sus hombros anchos. Afortunadamente, estos estaban de moda en los años 80. Ella usó hábilmente esta tendencia, eligiendo atuendos con hombreras y estilos que eran relevantes en ese momento. Así, sus hombros no se veían grandes, y parecía que la princesa solo seguía las tendencias del mundo de la moda.
Le daba vergüenza ser tan alta
Bajar la cabeza ligeramente ayudaba a Diana a hacer frente a otro complejo: estaba avergonzada de su altura (178 cm). Sus preocupaciones por esto aumentaban por el hecho de que su esposo medía lo mismo.
Para ocultarlo, los fotógrafos de la corte “bajaban” a Diana a propósito en los retratos oficiales, así la princesa parecía ser más baja que él. Ponían a la joven un poco más adelante a su esposo y le recomendaban usar zapatos planos. De esta forma, Carlos parecía más alto y fuerte que ella.
Se consideraba rellena
Esto se debía a una frase lanzada casualmente por el príncipe Carlos, quien le dijo a la joven novia, poniéndole la mano en la cintura: “Oh, y aquí estás un poco gordita, ¿no?”. La mujer tomó esas palabras dolorosamente.
Por lo tanto, una joven esbelta de 19 años comenzó a perder peso rápidamente antes del casamiento. Cuando los sastres de la corte empezaron a coser el vestido de novia para Diana, su cintura medía 74 cm. Antes de la ceremonia nupcial, esta se redujo a 59 cm. La diseñadora recordó que Diana era tan delgada que se le marcaban los huesos en la cara.
Desarrolló un trastorno alimenticio
Una semana después de la boda, Diana desarrolló bulimia, trastorno que padeció durante unos 10 años. Ella contó que hubo varias razones para este trastorno nervioso. Primero, los problemas con su esposo. En público debían estar juntos y aparentar tener una buena relación, pero no había paz ni armonía entre ellos.
En segundo lugar, los deberes de la princesa incluían comunicarse con personas gravemente enfermas, lo que resultó ser un duro golpe para su psique. Diana no buscó ayuda por su bulimia, ya que estaba avergonzada de su trastorno y se odiaba a sí misma.
Consideraba que su voz sonaba insegura
Según Carolan Brown, entrenadora personal de Diana, después de los dos partos, la barriga de la princesa requería atención y ejercicio. Ella practicaba deportes activamente, lo que la ayudó a mejorar no solo su cuerpo, sino también su estado emocional.
Carolan también recordó que Diana se interesó en clases de entrenamiento de la voz, ya que consideraba que la suya sonaba insegura y parecida a la de una niña.
Intentaba ocultar su nariz
El reconocido artista, Israel Zohar, pintó su retrato en 1990, Diana constantemente le pedía que corrigiera algo de su apariencia en la imagen, sobre todo la nariz. Además, esta característica física era discutida activamente en la prensa, lo cual tampoco la ayudaba a superar esta inseguridad.
Diana trataba de ocultarla con un peinado voluminoso, y en todas las fotos hacía una pose especial. Bajaba la cabeza ligeramente, giraba un poco hacia un lado y levantaba los ojos. Este ángulo se convirtió en su pose clásica.
Su altura le ocasionó repercusiones físicas
Debido a su vergüenza por ser alta, la princesa tenía problemas de postura. Diana se encorvaba e inclinaba los hombros hacia adelante. Según su médico, la situación se veía agravada por el hecho de que ella tenía la columna curva.
Además, Diana solía mantener la cabeza gacha cuando hablaba con la gente, para que la comunicación fuera cómoda y el interlocutor no sintiera que la princesa lo miraba desde arriba.
Hasta que un día, finalmente se sintió libre
Esta foto de ella en un vestido negro fue tomada el día en que el príncipe Carlos anunció en una entrevista televisiva que estaba enamorado de otra mujer. Después de eso, Diana comenzó a hablar abiertamente en la televisión de que los años anteriores habían sido difíciles para ella. Antes de eso, ella no admitía en público que tenía problemas psicológicos.
La vida familiar con Carlos no funcionó, pero había que retratar un matrimonio feliz. Durante muchos años, Diana no sintió el apoyo de la familia real y tuvo una relación difícil incluso con su propia madre. Así que la joven princesa se convirtió en rehén de la depresión.
Pero encontró la fuerza y poco a poco se deshizo de la inseguridad y la tensión nerviosa que habían envenenado su vida durante años. Superó la bulimia y comenzó a entrenar activamente en el gimnasio. Ya no había necesidad de fingir ser una esposa amorosa en público.
Los complejos sobre la apariencia y las dudas sobre uno mismo son inherentes a todos, incluso a los miembros de la familia real. Lo principal es encontrar la fuerza para superarlos.
¿Cómo crees que te sentirías viviendo bajo la opinión de tantas personas?