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Los abrazos sirven para educar más que los castigos

Descubre cómo un simple abrazo puede ser la clave para desbloquear emociones profundas y encontrar compañía en los momentos más solitarios. Los abrazos no solo reconfortan, ¡también educan! Acompáñanos a explorar cómo este gesto lleno de amor puede ser lo que falta en la educación de tu hijo.

Qué causa un mal comportamiento

La conducta de un niño es solo lo que podemos ver a simple vista. Sin embargo, lo que queda oculto son todas aquellas emociones que aún no logra manejar. Requiere la orientación empática de su adulto de confianza para comprenderse a sí mismo, manejar esas emociones y aprender a comportarse de manera emocionalmente saludable.

Un comportamiento problemático en los niños suele ser su forma equivocada de comunicarse, que utilizan al carecer de otras formas de expresarlo. Ya sean rabietas, agresiones hacia otros niños o hermanos, es crucial indagar en lo que yace bajo la superficie a través de la comprensión, la empatía y, sobre todo, la conexión emocional. Es imperativo evitar recurrir a gritos, castigos o ignorar dicha conducta, ya que eso equivaldría a desatender sus necesidades y emociones subyacentes.

Enseñarles a expresar lo que sienten

Resulta esencial instruir a los niños en la habilidad de expresar con palabras lo que están experimentando emocionalmente. De esta forma, al reconocer la emoción que están sintiendo, les resultará más sencillo manejarla. Si un niño logra identificar lo que le está ocurriendo, podrá comprender el significado de esa emoción y determinar cómo abordarla para mejorar su bienestar. Esto le permitirá evitar que la emoción negativa tome el control y le genere malestar.

Con este propósito, es necesario guiarlo en la expresión de sus sentimientos, fomentar una comunicación asertiva y, especialmente, inculcarle la noción de que sus experiencias emocionales son naturales. Las emociones forman parte de la vida cotidiana, sin embargo, es fundamental establecer límites en cuanto a comportamientos inapropiados. Por lo tanto, es esencial que aprenda a manifestar esas emociones de manera adecuada y constructiva.

Los castigos no ayudan

La imposición de castigos solo engendra temor y tensión, además de fomentar el resentimiento y socavar la comunicación entre padres e hijos. Si respondes a las necesidades emocionales de tu hijo con gritos o sanciones, es posible que su comportamiento negativo cese momentáneamente, pero no habrá internalizado lo apropiado. En lugar de ello, aprenderá a asociarte con el miedo y a considerar que amenazas, gritos y modos desagradables son las formas habituales de expresar emociones negativas hacia otros.

En vez de provocar una ruptura en la relación y la conexión emocional entre padres e hijos mediante el uso de castigos, es más recomendable optar por responder con un gesto de cercanía, como un abrazo, y establecer un vínculo sin causar perjuicio ni malestar. Es esencial centrarse en ser una guía emocional respetuosa para el hijo. De hecho, los millenials han estado aplicando esta técnica para educar a sus hijos.

Al abrazarlo, no se está validando su comportamiento inadecuado, sino llevando a cabo algo aún más significativo: Lo acompañas en su mundo emocional, creando un sentido de unión y confianza para que se sienta cómodo compartiendo sus sentimientos siempre.

Es fundamental que esté tranquilo y dispuesto a recibir orientación. El abrazo se presenta como la herramienta más efectiva para lograr esto, ya que le brinda una sensación de afecto y seguridad, eliminando el estrés y el temor. Tus brazos se convertirán en su refugio siempre que lo necesite, lo cual constituye un regalo inmenso que puedes otorgarle.

No abraces en contra de su voluntad

Si en algún momento no desea recibir un abrazo, es esencial respetar su elección. En su lugar, ofrécele tu compañía y presencia a su lado si así lo desea, y comunícale que siempre estará disponible tu abrazo cuando sienta la necesidad de recibirlo para encontrar consuelo. De esta manera, podrán trabajar juntos para encontrar soluciones que le permitan sentirse mejor.

La crianza emocionalmente saludable implica una comprensión profunda de las necesidades y emociones de nuestros hijos. Sin embargo, no te sientas mal por cometer errores, de hecho hasta los padres más experimentados suelen equivocarse.

Al optar por el abrazo en lugar del castigo, construimos puentes emocionales duraderos que fomentan el bienestar y la confianza mutua, sentando así las bases para una relación enriquecedora y empática con los pequeños.

Imagen de portada Kampus Production / Pexels
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