La historia real detrás de la película “Yo, Tonya”, por la que Margot Robbie fue nominada al Óscar
Tonya Harding es una patinadora reconocida de Estados Unidos, cuya carrera tuvo que acabar tras un hecho inédito que tuvo lugar en 1994. A partir de este incidente, el patinaje alcanzó una mayor popularidad. Sin embargo, Tonya no pudo ser parte de ello debido a todas las difamaciones que hubo contra su persona. Años después, se estrenó la película biográfica llamada Yo, Tonya, protagonizada por Margot Robbie, cuya interpretación le valió varias nominaciones, incluido el Óscar a mejor actriz.
En Bella y Genial analizamos la historia detrás de la película y queremos compartirla. No solo te mostraremos aspectos de ella, sino que también queremos contarte cómo Tonya ha superado obstáculos y situaciones difíciles desde pequeña.
Una madre con un corazón de hielo
Villana para muchos, heroína para otros y víctima para otros tantos, no cabe duda de que Tonya Harding es todo un personaje en la cultura estadounidense. Desafortunadamente, sus éxitos en el patinaje se vieron opacados por un incidente que marcaría su vida para siempre.
Tonya Maxene Harding nació en Portland, Oregón, en 1970, hija del matrimonio de LaVona Golden y Albert Gordon Harding. A los cuatro años, ya había comenzado su entrenamiento en patinaje artístico con la instructora Diane Rawlinson y había demostrado un gran talento para su edad.
Además de pasar sus horas en la pista de hielo, Tonya aprendía mecánica automotriz y cazaba con su padre. Su madre, LaVona, era camarera y fue ella quien financió todas las lecciones de patinaje de Tonya y cosía sus vestuarios para las competencias. Pero también era una mujer con un carácter fuerte y realmente exigente con su hija cuando se trataba del patinaje; incluso la golpeaba cuando fallaba en los ejercicios.
El matrimonio de sus padres se desmoronó y Tonya se quedó con su madre, pero su relación estaba lejos de ser la ideal. Tonya nunca se sintió amada por LaVona, quien la maltrataba con frecuencia y había hecho que el abuso físico y psicológico fuesen parte de su vida desde muy pequeña. Su entrenadora, Diane, sabía del abuso, pero no hizo nada al respecto porque creyó que “el patinaje era su billete para huir del fango y, si la hubieran mandado a otra familia, habría perdido el patinaje”.
Tonya Harding y su entrenadora, Diane Rawlinson
En 2008, Tonya reveló a través de su biografía autorizada (The Tonya Tapes) que en su infancia fue víctima de abuso sexual por parte de su medio hermano Chris en varias ocasiones, y que, en 1991, vivió una situación similar, esta vez con un “amigo”, aunque prefirió no revelar su nombre.
Patinaje cuesta arriba
Tonya estaba tan metida en el patinaje que abandonó la preparatoria para enfocarse en el deporte, y después lograría obtener un certificado de equivalencia. A los 15 años de edad, inició una relación con Jeff Gillooly, dos años mayor que ella. Él siempre estuvo muy involucrado en la carrera de patinadora de Tonya y, en 1990, cuando ella tenía 19 años, se casaron.
En las competencias nacionales de patinaje sobre hielo, el nombre de Tonya ya comenzaba a sonar como una fuerte contendiente para ganar el Campeonato de Patinaje Artístico de Estados Unidos en 1990, pero su asma y el hecho de no ser considerada el ideal de una patinadora estadounidense le jugaron en contra en esa ocasión.
Su gran momento llegó en 1991, cuando hizo historia al convertirse en la primera mujer estadounidense en completar un triple axel (y la segunda en el mundo), que es un salto de tres vueltas y media hacia atrás que involucra un alto grado de complejidad. Gracias a eso obtuvo un 6,0 por mérito técnico, algo que no se veía desde 1973.
Ese año se convirtió en la ganadora del Campeonato de los Estados Unidos y obtuvo el segundo lugar en el Campeonato Mundial, compartiendo el podio con sus connacionales Kristi Yamaguchi en primer lugar y Nancy Kerrigan en el tercero.
Mientras continuaba con su carrera profesional, el matrimonio de Tonya era una pesadilla que se volvía cada vez peor; Jeff era un hombre violento con ella e incluso una vez le disparó, la bala rebotó en el piso y le alcanzó a herir el rostro (aunque él ha negado esta acusación). En 1993, Tonya decidió alejarse y se divorciaron.
El comienzo de una rivalidad perfecta
El ascenso que había logrado Tonya no había sido sencillo; ella tenía un estilo libre poderoso y su vigor era notable en la pista de hielo. Sin embargo, su rebelde flequillo y sus trajes confeccionados por ella misma, así como sus músculos y sus actitudes consideradas poco femeninas, hacían que ni los jueces ni los patrocinadores estuvieran convencidos del todo acerca de ella.
Del otro lado de la historia, estaba la patinadora Nancy Kerrigan, que iba ganando renombre de un concurso a otro. Era la figura de la perfección, esbelta y de movimientos sutiles, el cisne que opacaba a los patos, la princesa de una historia en la que Tonya parecía no estar incluida, a menos que se convirtiera en la villana.
El 6 de enero de 1994, la historia llegaría a su clímax cuando Nancy Kerrigan fue atacada tras una sesión de entrenamiento, y fue golpeada varias veces con un bastón retráctil por encima de la rodilla derecha. La intención parecía obvia: impedir que Nancy participara en las competencias nacionales y en los Juegos Olímpicos de Invierno de Lillehammer, Noruega.
Los involucrados directamente en el ataque no eran criminales brillantes; se hospedaron con sus nombres reales y sus tarjetas de crédito y dejaron un rastro fácil de seguir. Tardaron dos días en detenerlos. Eran parte de una pandilla autodenominada “The Hit Team”, liderada por Shawn Eckardt, quien ya había estado alardeando por la calle de que su equipo había estado detrás del ataque.
Eckardt resultó ser amigo de Jeff, la expareja de Tonya, así que el resto de la historia resultó fácil de suponer para los medios y la policía. Todos los involucrados, incluso su exmarido, acusaron a Tonya de ser la verdadera autora intelectual del ataque.
Rumbo a los Juegos Olímpicos
Tonya Harding y Nancy Kerrigan se encuentran en una sesión de entrenamiento en Noruega.
Sea como sea, mientras la investigación policial corría, Nancy se recuperaba de sus heridas al tiempo que Tonya ganaba el Campeonato Nacional y calificaba para los Juegos Olímpicos de Invierno. Sin embargo, el comité encargado decidió que, aunque Nancy no hubiera podido estar en la competencia clasificatoria, sí tendría un lugar en la justa olímpica.
A un mes de que Tonya y Nancy se vieran las caras en los Juegos, la historia ya se había convertido en todo un circo mediático; la prensa hacía guardia afuera de la casa de ambas esperando alguna declaración, las seguían a donde fueran. Mientras Nancy se preparaba en pistas privadas, Tonya tenía que entrenar en las pistas gratuitas de los centros comerciales, ya que no había patrocinadores interesados en ella.
Con el escándalo en pleno auge, el Comité Olímpico Estadounidense le sugirió a Tonya que se retirara voluntariamente de la competencia, pero ella no estaba dispuesta a renunciar, así que respondió demandándolos por 10 millones de USD. No recibió el dinero, pero sí fue a las Olimpíadas, ya que no había sido acusada formalmente.
El público estadounidense estaba expectante por el encuentro de Tonya y Nancy en la final de patinaje y convirtieron el hecho en el tercer acontecimiento deportivo más visto en la historia del país. Ellas no se dirigieron la palabra, Nancy brilló en su participación y ganó la medalla de plata (aunque muchos aseguran que merecía el oro), mientras que Tonya apenas alcanzó el octavo lugar, después de una participación un tanto atropellada que tuvo que reiniciar por un problema en sus cordones.
A su regreso a Estados Unidos, Tonya se declaró culpable de obstrucción a la justicia y confesó que no sabía de los planes de atacar a Nancy, pero días después del ataque se enteró de que su exmarido estaba implicado y se lo ocultó a la policía porque él la había amenazado.
Además de pagar una multa y de realizar servicio comunitario, a Tonya le retiraron el título como campeona nacional de 1994, fue declarada persona no grata por la Asociación de Patinaje Artístico de Estados Unidos y fue expulsada de por vida; le habían quitado eso por lo que había luchado toda su vida. Tenía entonces 23 años y nunca más podría competir en el patinaje profesional, ni siquiera como entrenadora.
La vida después de los patines
Alejada del patinaje, Tonya probó suerte en un nuevo deporte y se convirtió en boxeadora; tuvo algunas peleas, pero lo dejó porque no era lo suyo. Tuvo también otros trabajos como soldadora, pintora en una fábrica de metales y vendedora en una tienda departamental.
En 2010, se casó con Joseph Price, con quien tuvo un hijo llamado Gordon; ahora vive en Washington tranquilamente. Fue en 2014 cuando el guionista Steve Rogers se interesó por contar la historia de Tonya desde su punto de vista, así que le ofreció 1500 dólares por contarle su versión, con la promesa de más dinero si se hacía la película. Así fue como Tonya regresó a los reflectores con el estreno del filme en 2017.
La misma Tonya ha calificado la película como “magnífica”, no porque la reivindique totalmente, sino porque se toma el tiempo de explicar su vida antes de ese momento, la violencia que sufrió primero por su madre y luego por su esposo, su frustración por no alcanzar el éxito anhelado y por sentirse siempre insuficiente.
Bono: Los personajes de Yo, Tonya
1. Tonya Harding en la actualidad
2. Jeff Gillooly
3. LaVona Golden
4. Shawn Eckardt
5. La película es muy fiel a las imágenes reales
¿Tienes alguna actividad que te apasione y que sea tu cable a tierra? ¿Crees que Tonya merecía una segunda oportunidad en el mundo del patinaje?