Bella y Genial
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14 Locuras que hacían las mujeres del pasado con tal de lucir hermosas

¿Sabías que nuestras antepasadas eran capaces de hacer cualquier cosa para verse bonitas? Desde usar insectos en el maquillaje hasta excrementos de aves para tener una piel perfecta. Aunque las tendencias de belleza han evolucionado, algunas técnicas se han mantenido a lo largo del tiempo. Aquí te presentamos 14 locuras de belleza que las mujeres han hecho en el pasado para lucir deslumbrantes.

1. Las mujeres japonesas descubrieron que las heces de ruiseñor podían embellecer su piel (¡y este producto aún se utiliza en la actualidad!)

Desde el siglo XVII, las japonesas utilizan una mezcla de salvado de arroz y heces de una especie de ruiseñor (llamada uguisu en Japón) para aclarar su piel. El hábito fue copiado de los coreanos, quienes usaban excrementos de pájaros para quitar las manchas de sus kimonos. Las geishas y los actores del teatro kabuki adoptaron este material, llamado uguisu no fun, para limpiar su piel después de quitarse el espeso maquillaje blanco.

Si encuentras esta historia un poco absurda, debes saber que, aunque no lo creas, tiene sentido. Los excrementos de las aves contienen urea, un poderoso hidratante, también presente en la orina y el sudor de los seres humanos, que se utiliza ampliamente en la industria de los productos de belleza.

El hábito de usar uguisu no fun persiste en la industria cosmética moderna, que garantiza que las heces son esterilizadas y 100 % libres de microorganismos. Según la prensa de famosos, Tom CruiseVictoria Beckham son fanáticos de los excrementos de ruiseñor para verse espléndidos.

2. Las nobles europeas del Renacimiento se diferenciaban de las demás por usar tacones increíblemente altos

En la Italia de los siglos XV y XVI, las mujeres de las clases sociales más altas se esforzaban por marcar la diferencia al usar zapatos muy altos, llamados chapines. Hay otra explicación para la implementación de esta moda: las plataformas evitaban que los vestidos de los nobles se arrastraran por los sucios suelos de la ciudad mientras paseaban.

Esta tendencia surgió en Venecia y se extendió a otros países europeos, como Francia y España. Para poder caminar con cierta estabilidad, las damas que llevaban chapines estaban siempre acompañadas de dos sirvientes para apoyarse en sus hombros.

3. Los cosméticos rojos hechos de escarabajos eran muy comunes en la antigüedad (y es posible que todavía se utilicen insectos en los lápices labiales actuales)

Para garantizar un hermoso color rojo en la boca, las mujeres del Antiguo Egipto trituraban insectos para obtener un tinte que se aplicaba en los labios. Esta era la receta de Cleopatra (en la foto de arriba, interpretada por Elizabeth Taylor en el cine). También se usaba una mezcla de alga fucus, yodo y cromo para fabricar pigmentos para los labios, los cuales podían, sin embargo, ser fatales para quien los usara o para quien fuera besado con esta preparación.

Pero no creas que esta práctica quedó en el pasado. Hoy, un bichito que vive en diferentes cactus de México, en el sur de los Estados Unidos y en Perú (el primer productor y exportador de cochinilla del mundo), el Dactylopius coccus, es utilizado en las industrias de cosméticos, alimentos y bebidas para obtener un color rojo intenso. Por lo tanto, es casi seguro que hayas utilizado, bebido o comido la tinta extraída de este insecto en algún momento de tu vida y ni siquiera te hayas dado cuenta.

4. En el siglo XIX, la ropa y otros objetos se teñían con un pigmento cuya fórmula contenía veneno

En la Europa del siglo XIX, el término “víctima de la moda” tenía un significado literal. Un cierto tono de verde, denominado verde de Parísverde de Scheele, se volvió muy popular para teñir telas, lazos, flores artificiales, sombreros, papeles pintados y otros objetos. Sin embargo, este tinte se elaboraba con arsénico, una sustancia altamente tóxica. Antes del final del siglo, varios países prohibieron su uso en la moda y otras manufacturas.

5. Los dientes maltratados eran signo de estatus durante el reinado de Isabel I, en el siglo XVI (al igual que el maquillaje a base de plomo blanco y las cejas afeitadas)

La reina Isabel I gobernó Inglaterra durante la segunda mitad del siglo XVI, y fue una de las principales creadoras de tendencias, aunque ninguna es considerada muy atractiva o saludable en el mundo actual. Para empezar, sus dientes se veían maltratados y llenos de caries debido a su pasión por los dulces.

El azúcar de caña era una novedad en Europa en ese entonces. Se traía del norte de África y era un producto muy costoso. Entonces, tener los dientes oscuros era un signo de estatus, y algunas mujeres ennegrecían su sonrisa para aparentar pertenecer a las clases altas.

En la época de esta reina, tener la piel bronceada indicaba que la persona era de la clase trabajadora. Por eso, el maquillaje muy blanco diferenciaba a los ricos de los nobles. Pero la reina Isabel I se maquillaba la cara de ese color por otra razón: se había infectado con el virus de la viruela, una enfermedad que dejaba cicatrices profundas en el rostro.

El maquillaje utilizado en esa época está prohibido en la actualidad, ya que se preparaba con una base de plomo que puede ocasionar problemas neurológicos y otros males. El look se completaba rasurando parte del cabello de la frente, signo de poder e inteligencia. Esta moda también fue copiada por sus súbditos, hombres y mujeres por igual.

6. La expresión “piel de porcelana” tenía un significado literal entre las mujeres ricas (¡también imitaban la cojera de la reina de Inglaterra!)

Quizá hayas escuchado a tu abuela o a alguna otra mujer mayor de la familia comentar que “fulana de tal tiene una piel de porcelana”, elogiando la belleza de esa persona. Hubo un tiempo, a finales del siglo XIX y principios del XX, en que la expresión tenía un significado literal.

Se cree que la princesa Alejandra de Dinamarca (más adelante reina consorte de Inglaterra) era experta en la técnica de enameling, que consistía en aplicar en la piel una pasta blanca a base de zinc o plomo (un material tóxico) y luego pintarla imitando rostros rosados, pequeñas venas y otros detalles que aportaban “veracidad” al maquillaje. El resultado garantizaba un rostro sin arrugas y la impresión de “piel de porcelana”, algo por lo que Alejandra se hizo famosa.

El efecto podía durar bastante tiempo, según las técnicas empleadas, o retocarse periódicamente. También se aplicaba en el cuello y los brazos. En los salones especializados de Nueva York existían mesas para enamelings que duraban desde dos días hasta seis meses.

Otra curiosidad sobre la reina Alejandra: padeció fiebre reumática en 1867, condición que le produjo una cojera que la acompañó el resto de su vida. Durante ese período, las mujeres inglesas comenzaron a imitar sus pasos desequilibrados. Algunas llegaron incluso a mandar a hacer zapatos con diferentes alturas para que su manera de caminar se viera más real.

7. Las pelucas monumentales, fijadas con manteca de cerdo, eran un accesorio muy elegante en el siglo XVIII (¡y a los ratones les encantaban!)

En la corte francesa del siglo XVIII hubo un período en el que, para lucir elegantes, las niñas debían llevar pelucas monumentales, decoradas con flores, joyas, cintas y hasta pájaros disecados. La imagen de la princesa de Lamballe (arriba), amiga y confidente de la reina consorte María Antonieta, nos da un buen ejemplo de aquella tendencia.

Estas pelucas eran obras maestras de profesionales expertos que fijaban el cabello falso en el real con manteca animal. Dado que las mujeres solían pasar bastante tiempo con sus pelucas puestas, era común que atrajeran ratas y otros animales, especialmente durante el sueño. De ahí el origen de la expresión “Tu pelo parece un nido de ratas”.

8. El reductor de papada prometía devolver la juventud perdida en unas pocas horas (hoy en día, esta promesa sigue vigente)

Este reductor de papada del siglo XIX, anunciado por un comerciante de Nueva York, parecía más un instrumento de autotortura que otra cosa. Prometía eliminar la papada y devolverle a la mujer “la frescura de la juventud”. Sería divertido imaginar que este dispositivo fue una invención loca del pasado, si no fuera porque hoy existen versiones modernas que pueden adquirirse en diferentes sitios de compras en Internet (ver foto abajo).

¿Será posible que esto funcione? Pascale Day, colaboradora de la web de belleza inglesa So Feminine, probó el producto y respondió que, efectivamente, la papada se reduce al utilizar este artilugio... Pero el efecto solo dura un par de días. “No está hecho para durar, pero es algo que puedes usar para prepararte para una fiesta”, escribió.

9. El último grito de la moda a principios del siglo XX: faldas que “ataban” las piernas y hacían que fuera casi imposible caminar

Atar y apretar: dos condiciones fundamentales para que las mujeres de antaño se sintieran hermosas y elegantes. La hobble skirt fue una moda que prevaleció entre 1908 y 1914. Estas faldas parecían un tubo en la parte de abajo, y hacían que las mujeres tuvieran que dar pasos muy cortos para poder caminar (del inglés to hobble, que significa “cojear o caminar con torpeza”).

El diseñador francés Paul Poiret dijo haber creado la moda, al punto de popularizarla hasta en Estados Unidos. En Nueva York y Los Ángeles, por ejemplo, los tranvías se adaptaron para que las mujeres pudieran trepar con sus “faldas de medio paso”. En la postal de abajo, un chico se ríe de esta tendencia y comenta: “Es una falda con límite de velocidad”.

10. Durante la Segunda Guerra Mundial, las mujeres se pintaban las piernas para crear la ilusión de llevar medias de nailon

Las medias de nailon revolucionaron la moda en 1940, cuando llegaron al mercado estadounidense cuatro millones de unidades que, por cierto, se agotaron en pocos días. Sin embargo, en 1941, cuando los Estados Unidos entraron en la Segunda Guerra Mundial, toda la producción de esta nueva fibra sintética se destinó a la fabricación de paracaídas, cuerdas, redes y otros artefactos militares.

Las mujeres se quedaron sin su preciado accesorio, pero la industria cosmética resolvió temporalmente el problema con la creación de “medias líquidas”. Este nuevo producto permitía maquillar las piernas para dar la impresión de que se llevaban medias de nailon. Las damas más caprichosas utilizaban delineador de ojos para simular la costura de tales medias en las pantorrillas.

11. Las divas del cine solían hacerse extraer los molares para tener un rostro más angular y fotogénico

El tema es controvertido y ha causado numerosos debates entre los fanáticos del cine clásico estadounidense. Las estrellas de Hollywood de la década de 1940, como Joan Crawford y Marlene Dietrich (fotos arriba), se habrían hecho extraer los molares de la parte posterior para obtener un rostro más “hundido” y, por ende, facciones más angulosas.

Marlene siempre negó este rumor, incluso en su autobiografía. Pero tenía otro truco de belleza: estirar la piel del rostro con cintas quirúrgicas escondidas bajo el pelo o pelucas antes de entrar a escena.

En cuanto a Joan Crawford, este procedimiento tampoco fue comprobado. Un estudioso de su vida y carrera, Bryan Johnson, presentó documentos como prueba de que los molares de la estrella fueron extraídos en 1974 durante un tratamiento periodontal, no en su juventud.

12. El estándar de delgadez hizo que muchas mujeres “se aplanaran” el busto para lucir más esbeltas

Courtesy Everett Collection / East News

Ocultar el busto estaba de moda en la década de 1920, cuando el estándar de belleza requería tener un cuerpo delgado. Las chicas flapper mantenían su silueta gracias a una lencería especial que les comprimía el pecho.

Tras una era en la que mujeres voluptuosas y con curvas como Marilyn Monroe, Elizabeth Taylor y Sophia Loren marcaron la pauta, la apariencia “recta” se convirtió en una nueva tendencia durante la segunda mitad de la década de 1960. El éxito y la delgadez de la modelo inglesa Twiggy (foto arriba) hicieron que muchas niñas recurrieran a vendajes para imitar su delgada figura y vestir prendas de moda.

13. Máscara de hielo para refrescar el rostro, un éxito en Hollywood

En el Hollywood de los años 30 y 40, se celebraban a diario fiestas en las mansiones de los grandes actores, directores y productores. Al día siguiente, las actrices necesitaban verse hermosas y tener una piel brillante para filmar o participar en compromisos de prensa.

Según la publicidad de esa época, esta máscara con cubos de plástico rellenos de agua podía solucionar el problema de la hinchazón del rostro. Bastaba con dejarla en el congelador y aplicarla en el rostro cuando fuera necesario. La empresa Max Factor, responsable de esta creación, aseguraba que también servía para que las actrices descansaran su rostro entre las diferentes escenas, refrescando el cutis y protegiéndolas de la acción de los fuertes reflectores de los estudios cinematográficos.

14. En Japón, los dientes pintados de negro eran sinónimo de belleza, respeto, madurez y lealtad

Pueden verse rastros de dientes ennegrecidos en los huesos enterrados durante el período Kofun (250 a 538 d. C.), entre los siglos III y VI. A lo largo de la historia, esta práctica, llamada ohaguro, tuvo varios significados, como indicar que una mujer había alcanzado la mayoría de edad, mostrar que estaba casada, simbolizar la fidelidad, y también se usaba para prevenir las caries. Algunos historiadores afirman que la pintura era una forma de hacer que las damas casadas lucieran poco atractivas, aunque muchos estudiosos no están de acuerdo con esta teoría.

La tinta, denominada kanemizu, se preparaba con limadura de hierro diluida en vinagre, a la que se agregaba agalla o té en polvo. A fines del siglo XIX, el gobierno japonés prohibió el ohaguro, y hoy en día solo se usa en obras de teatro, películas y en algunos eventos tradicionales. Sin embargo, esta costumbre aún se mantiene vigente en algunos grupos aislados de Asia y Oceanía.

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