Bella y Genial
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8 Cosas que dan vergüenza, pero que no vale la pena

Desde pequeñas hemos aprendido a sentir vergüenza, muchas veces ni siquiera sabemos por qué. Normalizamos este sentimiento y la frase “¡Qué vergüenza!” se quedó con nosotras, incluso en situaciones en las que no deberíamos sentirla. Afortunadamente, los tiempos cambian y en la actualidad estamos desaprendiendo y cuestionando todas aquellas creencias limitantes que provienen de la cultura.

1. Usar ropa y zapatos viejos y fuera de moda

La ropa siempre ha sido un marcador de éxito para una persona y, más allá de eso, un reflejo de cómo te ves a ti misma. Imagínate: llegas a un teatro vestida con un pantalón de mezclilla y las demás personas en vestidos y trajes. Tu reacción natural sería sentir vergüenza. Sin embargo, es natural usar prendas que se pueden considerar anticuadas, estén fuera de etiqueta o son de segunda mano.

No tiene nada de malo utilizar los mismos zapatos durante varias temporadas. No tienes por qué sentirte avergonzada por no poder permitirte comprar prendas de marca o simplemente porque no quieres hacerlo. La ropa no determina quién eres, y la moda en realidad es una forma de utilizar nuestras prendas de vestir para expresar cómo nos sentimos, así que en realidad la moda siempre es algo personal

2. Ir al psicólogo

Hasta hoy en día, el tema de la ayuda psicológica sigue siendo un tabú. Si una persona acude con este especialista, se cree que significa que tiene problemas de la cabeza; por eso muchas personas lo ocultan incluso de sus amigos más cercanos. Pero vale la pena abrirse y tener conversaciones francas, ya que podremos darnos cuenta de que la mayoría de las personas a nuestro alrededor tienen los mismos problemas, solo que no buscan ayuda porque les da vergüenza.

3. Referencia cultural completamente diferente

En un mundo en donde se admira el arte clásico (literatura, pintura, cinematografía, entre otros), es difícil ser una persona a la que solo le interesan las obras contemporáneas. Si intentas decirle a alguien que no tienes ganar de leer las obras de León Tolstói, Víctor Hugo, Alejandro Dumas y otros escritores clásicos, inmediatamente te harán sentir vergüenza. Pero, actualmente, la literatura no solo se ha convertido en una fuente de conocimiento, sino también en una forma de entretenimiento; por eso muchas personas no leen nada en lo absoluto y no hay necesidad de avergonzarse por ello.

En realidad, es una cuestión exclusivamente de gusto personal: si te encanta el rap de los años 2000 o leer obras de autores poco conocidos, es asunto tuyo. Por supuesto, es útil leer los clásicos para un desarrollo general, pero no es obligatorio volver a leerlos y admirarlos.

4. Olvidar los nombres o confundirlos

Cuando te presentan a varias personas en una gran fiesta, normalmente, olvidas sus nombres un minuto después. Es absolutamente normal y no hay nada de que avergonzarse. Nuestro cerebro simplemente no malgasta sus fuerzas tratando de recordar nombres de otras personas, ya que lo considera algo secundario. En otras palabras, casi todas las personas olvidan los nombres, y no hay nada de vergonzoso en ello.

5. Titubear debido al nerviosismo

De vez en cuando, cualquier persona puede ponerse nerviosa y titubear: confundimos palabras, sílabas, omitimos terminaciones, etc. Por supuesto, es desagradable si esto sucede, por ejemplo, en una entrevista importante, pero no hay nada de malo en ello. La mejor manera de superar instantáneamente la vergüenza es admitir en voz alta que estás nervioso y reírte un poco de ti mismo. Así calmarás la situación y te sentirás mejor.

6. Chismear

El chisme, en la mente de la mayoría, es algo inaceptable. Pero la realidad es diferente. Los sociólogos, por ejemplo, creen que el deseo de chismear es una habilidad social útil que en el pasado ha ayudado a las personas a compartir información diversa entre sí, saber quién tiene qué recursos, contactos, etc.

Por lo tanto, el chisme no es en absoluto una ocupación vergonzosa, sino una forma de mantener el contacto con otros miembros de la sociedad y la capacidad de expresar la propia actitud hacia cualquier objeto o persona.

7. Eterno desorden

Se sigue creyendo que solo la guarida de un soltero puede verse descuidada y que el hogar de una mujer debe brillar de limpieza. El hecho es que, para algunos, trapear el piso y lavar los platos es relajante, mientras que para otros es una verdadera tortura.

Sentir vergüenza por el desorden llega hasta lo absurdo. Cuando decidimos contratar un servicio de limpieza, primero tratamos de ordenar el apartamento nosotros mismos; y cuando tenemos invitados, limpiamos un par de horas antes de que lleguen.

En el Reino Unido, incluso realizaron un pequeño estudio y descubrieron que más de la mitad de todos los encuestados se sentían avergonzados por el estado de sus hogares. Y un tercio de las personas se niega a recibir invitados por esta misma razón.

En otras palabras, no tiene sentido avergonzarse del estado de tu hogar ante personas que también se avergüenzan del suyo

8. Llorar frente a otras personas

Los estereotipos de que una mujer que llora es una histérica y un hombre que llora es un debilucho deberían olvidarse para siempre. Por supuesto, es admirable que las personas logren contener sus propias emociones, pero la verdad es que no todos pueden hacerlo.

Recuerda que siempre podrás encontrar entre los que te rodean a una persona que te apoye cuando lo necesites, incluso si es un desconocido.

¿Cómo cuestionarías aquellas cosas que aún te provocan vergüenza?

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