10 Frases que todo hijo debería escuchar para crecer con una autoestima fuerte
Como padres, es normal esperar con ansias a que llegue el momento en el que nuestros hijos se independicen y sean personas con muchos logros, llenos de éxito y, por supuesto, muy felices. Es cierto lo que dicen los psicólogos al contarnos que todas las acciones que hagamos en torno a ellos en la infancia son clave para su desarrollo y autoestima; por eso, necesitamos ser muy cuidadosos con la manera en la que les hablamos durante su infancia.
En Bella y Genial, recopilamos una serie de frases que pueden ayudar a fomentar esta seguridad en los niños ante situaciones comunes y propias de la vida cotidiana.
1. “Cuentas conmigo” o “Estoy aquí para ayudarte”
Cuando veas que tu pequeño duda de sí mismo o que quiere hacer algo, pero no terminas de convencerlo —ya sea por no saber cómo hacerlo o por miedo—, recuérdale que estás ahí. Hazle saber que puede contar contigo siempre, que tiene tu apoyo y tu ayuda. El solo hecho de saber que cuenta contigo lo animará a intentarlo y puede que triunfe, incluso sin que tengas que ayudarle.
Por eso es de vital importancia que los niños sientan que pueden contar con sus padres siempre que tengan algún problema. Este tipo de frases, además de reforzar el vínculo y la confianza entre padres e hijos, también les dará a los niños mucha seguridad y confianza en sí mismos. Las mismas alejarán de ellos el temor al saber que, si “algo malo” pasa, mamá y papá estarán ahí dispuestos a protegerlos o ayudarlos.
Aprendiendo y practicando estas actitudes desde la infancia, su crecimiento y desarrollo será más fácil, especialmente en edades más avanzadas cuando empiecen a lidiar con situaciones de mayor seriedad.
2. “Cuéntame” o “Te escucho”
Esta frase es parecida al caso de la anterior, no podemos decir “Estoy aquí” si, luego, cuando ellos quieren contarnos algo, no tenemos tiempo para escuchar. Eso envía un mensaje completamente opuesto: “No estoy aquí”, “No tengo tiempo para ti”. Cuando tu hijo quiera compartir algo contigo será el mejor momento para demostrarle que realmente estás ahí.
Deja lo que estés haciendo; para ti solo serán unos minutos, pero para tu hijo significará mucho más, significará que te importa y puede contar contigo. Escucha con atención, no te burles de su relato ni le restes importancia. Si ha querido compartirlo contigo es porque para él sí es importante. No lo interrumpas; si quieres opinar o añadir algo, espera a que termine. Lo que sí puedes hacer es mostrar interés y emoción frente a lo que te cuenta: “¿De verdad?”, “Guau”, “Increíble”, a los niños les encanta.
Esta es una forma ideal de comenzar a construir una buena comunicación con tus hijos e inculcarles confianza en ti. Así, a medida que vayan creciendo, querrán seguir compartiendo sus experiencias e inquietudes contigo.
3. “Te quiero mucho” o “Te amo”
Los atendemos, cuidamos, pagamos su educación, clases extraescolares, les compramos todo lo que necesitan e incluso no pegamos ojo cuando estamos preocupados por ellos. Todo esto y más simplemente porque son lo más importante de nuestras vidas y los queremos. Sin embargo, para un niño, llegar a esa conclusión no es tan sencillo. Por eso, los especialistas recomiendan que, además de demostrarles a nuestros hijos nuestro amor con acciones, también lo hagamos verbalmente.
Estas dos palabras son sumamente poderosas, un refuerzo positivo con múltiples beneficios:
- Fortalece el vínculo entre padres e hijos y mejora la comunicación familiar.
- Da a los niños confianza y tranquilidad, ya que se sienten rodeados de amor.
- Refuerza su autoestima y los ayuda a quererse y aceptarse tal como son.
- Les permite crecer felices, transmitiendo y brindando esa felicidad a todo su entorno.
- Refuerza su inteligencia emocional y su relación con sus sentimientos.
- Los niños que se sienten amados son niños positivos y optimistas.
- Demuestran educación y respeto frente a los demás.
Así que, siempre que puedas, aprovecha la ocasión de decirle a tu hijo cuánto lo quieres entre besos y abrazos.
4. “¿Me perdonas?”
Somos seres humanos imperfectos, todos cometemos errores, incluidos mamá y papá. Y, ¿qué mejor forma de enseñar a nuestros hijos a aceptar y responsabilizarse por sus errores que predicando con el ejemplo? Cuando ven que nosotros, sus superhéroes favoritos, dejamos de lado nuestro ego y pedimos perdón, se darán cuenta de lo importante que es realmente.
Muchas veces, no solo no pedimos perdón, sino que obligamos a nuestros hijos a hacerlo. En estos casos, enviamos a los niños un mensaje muy confuso. En vez de fomentarles la empatía por los demás, al obligarlos a hacer algo que no quieren, sienten que los victimizamos a ellos, haciendo que pongan su foco de atención en su malestar personal y no en el de la verdadera víctima.
Por eso, siempre que creas que has cometido un error —elevando la voz más de la cuenta, aplicando un castigo no merecido o siendo injusto en cualquier aspecto con tu hijo— ofrécele unas sinceras disculpas adaptadas a su edad. Explícale en qué fallaste, cómo te sientes al respecto y lo que has aprendido de ello para que él pueda entenderlo y aplicarlo también.
5. “Creo en ti” o “Confío en ti”
Cuando somos pequeños, saber que nuestros padres confían y creen en nosotros nos hace sentir, como por arte de magia, todopoderosos, porque mamá y papá lo saben todo. Y aunque lo que pretendamos hacer no nos salga bien a la primera, seguir contando con su confianza nos ayuda a no frustrarnos y volver a intentarlo.
No se trata de mentirles y decirles en todo momento que confiamos en ellos para hacer lo que sea sabiendo que en determinadas ocasiones no serán realmente capaces. Puede ser porque la tarea no esté adaptada a su edad, aún no estén preparados o simplemente sea imposible (volar, mover objetos con la mente, entre otras fantasías infantiles). Nuestra confianza debe ser real y justificada.
Confiando en él, lo ayudarás a desarrollar confianza en sí mismo. Creerá que puede (que es el primer paso para poder), no se rendirá fácilmente y buscará alternativas y soluciones que lo acerquen a sus objetivos porque está seguro de sí mismo y confía en que lo logrará.
6. “Te entiendo” o “Entiendo cómo te sientes”
Esta frase refleja empatía y conexión con el sentir de nuestros hijos y les deja claro que cuentan con nuestra comprensión y nuestro apoyo. Tanto a niños como a adultos, saber que alguien nos entiende nos hace sentir arropados, identificados y más tranquilos.
Cuando los niños sienten que no son comprendidos, se frustran, y esa frustración puede desarrollar en ellos sentimientos muy negativos que los llevan a tener un comportamiento inadecuado, conductas agresivas, rabietas injustificadas, llantos descontrolados y gritos, entre otros. Esa es su manera de expresar desesperadamente toda esa incomprensión que alberga en su interior.
Un simple y honesto “te entiendo” en el momento adecuado puede marcar la diferencia. Podemos dar más fuerza aún a esta frase compartiendo alguna anécdota en la que hayamos vivido una situación similar o hayamos sentido lo mismo que ellos. Así verán que no todo es siempre perfecto y que a todos, incluidos mamá y papá, nos pasan cosas buenas y malas.
7. “Llora todo lo que necesites”
El llanto es un proceso natural en su totalidad y es algo que experimentamos tanto niños como adultos ante ciertas situaciones. No se elige, solo sucede, y no es para siempre; en cuanto nos empezamos a sentir aliviados, dejamos de llorar. Pedirle a un niño que no llore es pedirle que reprima sus emociones, y de esa manera nunca aprenderá a gestionarlas.
Frases tan escuchadas como “sé valiente”, “los hombres no lloran”, “no pasa nada”, aunque se digan con toda la buena intención de aliviar la pena del pequeño, tienen un efecto muy negativo. Para empezar, las dos primeras afirmaciones son mentiras: los valientes y los hombres sí lloran, y no por ello dejan de ser valientes. Además, sí, pasa algo, porque si no pasará nada, el niño no estaría llorando. Afirmar que “no pasa nada” cuando él está sintiendo lo contrario es restarle importancia a sus sentimientos.
Por eso, lo mejor que puedes hacer es dejar que se desahogue, escucharlo y brindarle tu apoyo, buscando siempre ayudarlo a comprender lo que está sintiendo de una forma sana y constructiva. Las emociones y los sentimientos —tanto los positivos como los negativos— definitivamente formarán parte de su día a día por el resto de su vida.
8. “Estoy orgulloso/a de ti”
Esta es otra frase poderosa que los padres debemos utilizar seguido con nuestros hijos, pero con conciencia y cuando la situación lo amerite para elogiar los momentos de esfuerzo y superación personal del pequeño. No te centres en el resultado que obtuvo en sí, sino en el trabajo que realizó para conseguirlo, el proceso que vivió, los obstáculos que superó, que no se dio por vencido. Esas son las actitudes que hay que halagar más allá del resultado que haya obtenido.
Es fácil mostrar el orgullo que sentimos por nuestros hijos frente a terceros: “Mi hijo ya camina”, “Mi hija fue elegida delegada de clase”, “Mi hijo aprobó el curso con muy buenas notas”. Sus logros —por pequeños o grandes que sean— nos hacen tan felices que queremos compartirlos con el mundo. Pero no debemos olvidar que lo más importante es compartirlos con ellos y que así sepan lo orgullosos que estamos.
Como con casi todo, demasiado de algo bueno también puede acabar siendo malo, y con los elogios no es diferente. Siempre deben estar justificados y ser dados en los momentos oportunos, así le darás a tu hijo mayor confianza en sí mismo y reforzarás positivamente su autoestima. Sin embargo, demasiados halagos sin motivos reales pueden hacer que, en un futuro, tu niño se vuelva arrogante y ególatra.
9. “Tu opinión es importante para mí”
Está claro que siempre queremos lo mejor para nuestros hijos, incluso aunque muchas veces ellos no lo entiendan o no les haga mucha gracia. Eso no significa que, como “tienen que hacer lo que decidamos”, no les dejemos opinar o no escuchemos su punto de vista. Incluir la opinión de nuestros pequeños en ciertas decisiones familiares refuerza su autoestima, hace que se sientan felices y parte activa de la familia.
Su vida adulta se basará en la toma de decisiones, con lo cual es importante que empiecen a desarrollar esa capacidad desde pequeños. Si mamá nos dice constantemente lo que debemos hacer —sin dejarnos pensar u opinar al respecto—, el día que mamá no esté, no sabremos qué hacer. Así que siempre que tengas la oportunidad, pídele a tu hijo que opine; por ejemplo, respecto a qué hacer el fin de semana, qué regalar a un miembro de la familia en su cumpleaños, qué película ver, entre otras situaciones similares.
Además de escucharlo atentamente, podemos invitarlo a argumentar su punto de vista y explicar por qué cree que eso es lo adecuado. Dejarlo compartir sus opiniones no solo será beneficioso para él, también lo será para sus padres, puesto que les dará mucha información sobre su personalidad.
10. “Muchas gracias”
Como dice el dicho “es de bendecidos ser agradecidos”, y, ¿qué mejor manera de enseñarle a tu hijo a valorar las acciones de los demás y a agradecerlas que predicando con el ejemplo? No nos referimos al típico “gracias” de cortesía; va mucho más allá de los buenos modales y la educación. En otras palabras, lo que “muchas gracias” significa es: sé lo que has hecho, quiero que sepas que lo valoro y que me ha hecho feliz. Hay muchas ocasiones en las que podemos mostrar gratitud a nuestros hijos:
- A diario: tenemos infinidad de motivos por los cuales dar las gracias a nuestros hijos, cualquier tipo de ayuda que nos brinden —como poner la mesa o sacar la basura—, incluso si ese algo es su responsabilidad, como ordenar su cuarto.
- Por su amor: también podemos agradecerles sus demostraciones de afecto, los abrazos y los besos nunca sobran; siempre son bienvenidos y nos hacen felices, entonces demos gracias por ellos.
- Por su paciencia: muchas veces, aunque no lo notemos, los peques hacen esfuerzos realmente grandes teniendo paciencia en momentos en los que se aburren mucho, por ejemplo, en el supermercado, esperando en el banco o en una larga cola de tráfico que no avanza. Seguro preferirían estar jugando, pero están ahí, esperando; sería un bonito detalle de nuestra parte agradecérselo.
Toda esta información recopilada anteriormente será de gran ayuda para que, al dirigirte a tus hijos, la comunicación sea asertiva y positiva. Todo esto fortalecerá su autoestima y hará que las relaciones entre padres e hijos se fortalezcan al mismo tiempo. No olvides siempre agradecerles a tus hijos por su existencia y por alegrarte los días, eso también les recordará lo importantes que son para ti.