Bella y Genial
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La historia de una mujer artista a quien le robaron todo el crédito de su trabajo y luchó hasta ser reconocida

¿Cómo reaccionarías si después de años de esfuerzo, la persona que amas se roba todo el crédito de tu trabajo? Seguro harías hasta lo imposible por recuperar tus frutos. Por algo suelen decir que no hay que confiar ni en tu sombra, pues la persona que menos esperas podría traicionarte. Aunque no siempre es el caso, para la artista Margaret Keane sí lo fue y tuvo que pelear una batalla judicial contra su exmarido hasta recuperar la autoría de sus propios lienzos. Más tarde, esta historia se hizo mundialmente conocida en el exitoso filme Ojos grandes.

En Bella y Genial, nos gustó tanto la película que quisimos compartir contigo la historia real de la artista que inspiró la trama. Esperamos que te motive tanto como a nosotras.

El comienzo de todo

Nacida en 1927, en Tennessee, Estados Unidos, Peggy Doris Hawkins (o Margaret Doris Hawkins, como afirman algunas fuentes) más tarde se volvería la pintora Margaret Keane. La artista, que prestaba más atención a los ojos de las personas con quienes conversaba para lograr entenderlas mejor después de lesionarse un oído a los 2 años, ingresó en el mundo del arte a los 10. A los 18, estudió en la Traphagen School of Design, en Nueva York, donde permaneció durante 1 año. Poco tiempo después, en los años 50, Margaret consiguió un empleo para pintar cunas y ropa de bebés.

El inicio de su carrera

Al principio de su carrera, a ella le gustaba experimentar con un estilo conocido como kitsch, que se caracteriza por obras que poseen una apariencia popular, a veces, denominadas “trilladas”. Para pintar, utilizaba desde tintes acrílicos hasta óleos. En la misma época, Margaret se había divorciado de su primer esposo y se había mudado a la ciudad de San Francisco, en California.

Ella reveló que algunas de sus mayores inspiraciones para sus trabajos fueron artistas como Vincent van Gogh, Pablo Picasso y, especialmente, la forma en que Amedeo Modigliani pintaba a las mujeres. Sus pinturas siempre mostraban niños o animales con enormes ojos de expresión triste, lo que más tarde se destacó de las otras obras populares de la época y encantaría a coleccionistas aficionados por el arte.

El matrimonio con Walter Keane

Poco tiempo después de mudarse a San Francisco con su hija, conoció a Walter Keane, quien en 1955 se convirtió en su segundo marido. Gracias a ella, Walter cambió su trabajo en el ramo de los inmuebles al arte. El matrimonio, en cambio, no fue tan armónico y pasó por una serie de complicaciones. Él era conocido por ser muy celoso y, muchas veces, Margaret tuvo que producir sus cuadros aunque no tuviera ganas de hacerlo. Walter, a pesar de todo, se aseguraba de que la producción no se viera afectada y, mientras trabajaba fuera, Margaret pintaba de forma continua. En esa época, ella tampoco recibía ningún crédito por todo su esfuerzo.

La divulgación hecha por el esposo y el éxito rotundo

Inicialmente sus pinturas fueron vendidas en un club de la ciudad en la que vivía, llamado The Hungry i, firmadas como “Keane”. Walter era un óptimo vendedor e invirtió bastante en la divulgación de las artes. Eso ayudó a que las pinturas de Margaret ganaran gran notoriedad en el círculo artístico y llegaron a ser vendidas por millones de dólares. Esto sucedió en los años 60.

Las obras se volvieron tan famosas que pasaron a ser conocidas como “Keane eyes” (Los ojos Keane) o “Big eyed waifs”, que puede ser traducido (en traducción libre) como “Los niños desamparados de ojos grandes”. Walter decía que se inspiraba en los niños huérfanos que había conocido en sus viajes. En poco tiempo, las obras de Margaret comenzaron a ser utilizadas en diseños de objetos y otros productos a escala industrial. Esto obtuvo críticas negativas de parte de los especialistas, aunque el público estaba encantado por el aspecto único y conmovedor de los cuadros. Lo que Margaret no sabía, pero saldría a la luz después, era que su marido era quien se llevaba todo el crédito por sus creaciones, lo que terminó en una batalla judicial y varios años de lucha para ganar el reconocimiento merecido.

El descubrimiento de la farsa y la lucha por ser reconocida

Como se dijo, durante un tiempo Margaret no sabía que no se estaba llevando el crédito por su propio arte. El descubrimiento fue hecho luego de que ella hiciera una visita al club donde se vendían sus cuadros. La excusa de Walter fue que los clientes no comprarían las pinturas de una mujer divorciada. Después de 10 años de relación, el matrimonio se terminó. Años más tarde, ella se mudó a Hawái y se volvió a casar.

Margaret desenmascaró la mentira de Walter en una entrevista hecha en un programa de radio en los años 70. En los 80, Walter hizo una declaración informando que su exesposa estaba mintiendo, y ella lo procesó por difamación. Margaret declaró en una entrevista que lo que la ayudó a decirle la verdad al público fue el apoyo que le dio su tercer marido, Dan McGuire.

Margaret tuvo que pintar un cuadro en el tribunal para probar que era la autora de su propio arte

El juicio comenzó en 1986 y, en una ocasión, el juez le pidió a las dos partes que pintaran un cuadro frente a todos los presentes. La intención era determinar la verdadera autoría de las obras. Walter se rehusó diciendo que tenía un dolor en el hombro, mientras que Margaret aceptó el desafío. En menos de 1 hora, ella presentó a todas las personas que estaban acompañando el caso un cuadro que comprobó todo lo que ella había declarado en ese programa de radio 10 años atrás.

Margaret ganó el juicio y el derecho a una indemnización por valor de 4 millones de dólares. De todas maneras, ella no pudo obtener nada de ese dinero acumulado gracias a sus propias obras porque Walter había gastado toda la fortuna. Él, a su vez, continuó afirmando que era el verdadero autor de los cuadros hasta su muerte, en los años 2000.

El mundo conoció la historia gracias a un filme estrenado en 2014

En 2014, el director Tim Burton lanzó el filme Ojos grandes, que le contó al mundo la historia de vida, lucha por el reconocimiento y superación de Margaret. El elenco contó con la actriz Amy Adams en el papel de la pintora, y Christoph Waltz interpretando a Walter Keane. Además, la producción de la película recreó casi 200 pinturas de Margaret y atrajo más atención al trabajo de la artista, que vio cómo el interés del público en ellas se renovaba. La película recibió dos nominaciones a los premios BAFTA y otra en los Critics Choice Award a mejor música. Amy Adams ganó el premio Capri Actress Awards y un Globo de Oro por su interpretación. Cuando le preguntaron por el filme, Margaret afirmó que la obra era muy cercana a la realidad y la encontraba maravillosa.

Ficción y realidad

La película Ojos grandes ayudó a que Margaret Keane recibiera el reconocimiento merecido por sus obras de arte que marcaron una época y cobraron auge en la actualidad. Por supuesto, como cualquier otra producción cinematográfica, cuenta con algunas diferencias en relación con la realidad. Una de ellas fue que, en el filme, se dice que Walter nunca intentó pintar los cuadros vendidos. En la vida real, él sí lo hizo, pero sin éxito.

Otro cambio hecho por los cineastas fue que, en la película, nadie visitaba la mansión de la pareja. En realidad, Walter acostumbraba a recibir en su casa a muchas personas de la alta sociedad local y hasta a celebridades. Ninguna de ellas, sin embargo, podía entrar en el estudio donde Margaret pintaba alrededor de 16 horas al día. Por eso, ella nunca era vista. La obra cinematográfica también mostró a Walter atacando a un crítico de arte del diario New York Times por haber hablado mal de sus pinturas. En verdad, no hay registro de que eso sucediera.

Como dato extra, la artista realizó un cameo en la película de su propia vida, interpretando a una mujer sentada en un banco que leía a espaldas del personaje principal, quien dibujaba. Una foto de la artista y la actriz Amy Adams aparece al final de la película, antes de los créditos.

El cambio en su arte y su vida actual

Actualmente, Margaret vive en Napa, California, y continúa creando encantadoras obras de gran éxito. Sus obras, que ganaron aún más protagonismo a raíz del estreno del largometraje Big Eyes, son vendidas en la Keane Eyes Gallery, fundada en 1992 en San Francisco. Después de ganar la batalla legal por el reconocimiento, sus pinturas se fueron volviendo cada vez más alegres, con niños sonrientes en algunas de ellas.

En tu caso: ¿qué harías si te pasara algo como lo que le sucedió a Margaret?

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