Bella y Genial
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18 Entrevistas de trabajo tan malas que no tendrían ni que haber empezado

Cuando se trata de una entrevista de trabajo, es normal experimentar una serie de emociones y pensamientos contradictorios. Desde preocupaciones sobre qué tipo de ropa usar, hasta la incertidumbre de obtener un puesto de trabajo estable, el estrés puede ser abrumador. A pesar de esto, algunas personas han tenido experiencias curiosas e inesperadas durante sus entrevistas. Para contarte algunas de estas historias, hemos reunido algunas de las más destacadas.

  • Llevaba 2 meses buscando trabajo. Me llamaron y fui sin ánimos, ya cansado, en shock y mal vestido. En la entrevista me recibió la suegra del dueño de la compañía (bróker de seguros de filmación que ni sabía que existía). Le conté mi historia de vida sin sentido y me dijo: “No importa lo que diga la de recursos humanos, harás tus exámenes por protocolo, pero estás contratado, te quedas”. Llevo 3 años allí. © Ivàn St / Facebook
  • En una entrevista, a mi esposo le pidieron una recomendación de su último trabajo, y él dijo: “No puedo presentarlas porque los demandé por anomalías”. Yo le dije: “Eso no se dice”. Al final, lo contrataron. © Rebeca Vindas Vindas / Facebook
  • Tenía una fractura en un pie cuando me llamaron a una entrevista. Les conté, muy pesimista, lo que había pasado y fueron hasta mi casa. Me contrataron de inmediato. © Dora Henao / Facebook
  • En la entrevista para obtener el primer trabajo en mi carrera, a todo lo que me preguntaban si tenía experiencia, decía que no. Me daba vergüenza tener que seguir respondiendo. Al salir, recuerdo que fui a un centro comercial, donde me encontré con mi novio y lloré. Le dije que no me darían la oportunidad. A los días, la señora que me entrevistó me llamó y me dijo que me enviaría a unos cursos. Supongo que ahí vio algo, porque a los dos meses de empezar tales capacitaciones, me preguntó si quería trabajar con ellos. Sin ese trabajo, no estaría en donde estoy ahora. © Esmeralda Salas / Facebook
  • En una entrevista, hasta llegué a decir que mejor contratasen a otra persona, que quizá yo no tenía lo que ellos necesitaban. A pesar de eso, me llamaron. Creo que muchas veces estas entrevistas son como los pretendientes: entre más los rechazas, más te buscan. © Jenny MurMar / Facebook
  • Fui con una amiga a una entrevista de trabajo solo para acompañarla, pero entré con ella y pensaron que también quería trabajar, ni me preguntaron. Me dieron un puesto más alto que el que le dieron a mi amiga. © Donna Noemi / Facebook
  • Recuerdo que desde el minuto 0 de la entrevista, dije claramente lo que yo quería y esperaba. En el sector en el que trabajo hay que tener experiencia... y yo la tenía. Ellos ofrecieron condiciones, y yo simplemente iba contestando si estaba de acuerdo o no. Los jefes me miraban como si estuviera loca, pero no, eso no. Sabía lo que quería, valía y buscaba. Me fui y, una hora después, estaba contratada. Hoy soy una de sus mejores empleadas, y yo estoy encantada con ellos. © Rosana Domnguez / Facebook
  • En una entrevista para un trabajo que realmente quería, terminé hablando de mi gato. Recién entré en razón al finalizar. Me llamaron al día siguiente para decirme que me habían aceptado. © Erica Aquino / Facebook
  • Una vez, me fue muy mal en una entrevista, pero el trabajo era tan malo que me contrataron. A las 2 semanas salí huyendo de ahí. © Adrian Ceniceros / Facebook
  • Estaba sentada en medio de extranjeros, estudiantes de carreras afines al puesto, profesionales recién graduados, chicas hermosas, superproducidas y bien vestidas, y yo ahí, con mi cara de asustada en la ronda de preguntas grupales. Me dije: “¿Qué hago aquí? Con mi tercer semestre de Psicología, nada que ver con las finanzas, respondiendo lo primero que me salía de la boca y con ropa prestada”. En fin, ¿quién creen que se quedó con el puesto? © Kathy Ayala / Facebook
  • Por la insistencia de mi vecino, fui y apliqué a un trabajo de mal humor, solo para que dejara de insistir cada vez que me veía. Llegué al lugar, llené el formulario y, al salir, me dijeron: “¿A dónde va? Hoy se queda trabajando”. Ya llevo 30 años ahí. © Miguel Díaz del Valle / Facebook
  • El reclutador me preguntó sobre algunas habilidades en específico. A todas contesté que no las tenía. Yo creía que por ello no había calificado a la vacante; sin embargo, me contrataron, y ya en el puesto descubrí que tales capacidades sí eran necesarias, aunque pude aprenderlas en corto tiempo. Aún sigo preguntándome por qué, aun así, me contrataron. © Carlos Abraham Martinez Meza / Facebook
  • Necesitaba un trabajo urgente porque mi novio y yo nos habíamos quedado sin empleo y, cuando me fui a inscribir a la Oficina de Información Laboral, un señor entró a dejar una propuesta para secretaria. Al ver esto, solo tenía 30 minutos para ir a la entrevista. Me fui lo más rápido que pude a mi casa, me bañé, arreglé y vestí más decente. Llegué 2 minutos tarde, pero el señor me reconoció. Al final, quedé junto con otra chica. © Lauxyta Lauxyzz / Facebook
  • Ahora que lo pienso, hice una entrevista para un trabajo temporal, de seis meses, en una compañía de seguros en 1978. Estuve contratado con ellos casi diez años, y actualmente sigo relacionado con ellos, pero como profesional autónomo. Es la relación más larga que he tenido, de 44 años. © Germán Pérez / Facebook
  • Discutí con una de las personas que me estaba entrevistando, ya que estaba dudando de mis capacidades. Le dije: “Yo no sé si tú haces bien tu trabajo o si yo llegaré a hacer el tuyo, pero igual estaré a prueba 3 meses. Si no les agrada lo que hago, me iré”. Ya llevo 8 años en ese trabajo. © Jørge R. Fernandez / Facebook
  • Fue en mi primer trabajo, luego de dar a luz a mi primer hijo. El padre de mi niño nos había abandonado y yo no trabajaba. Antes, de soltera, mis trabajos eran de azafata o anfitriona... nada más. Al dar a luz, subí tanto de peso que mis empleos anteriores ya no eran una alternativa. Busqué y acudí a una entrevista de un tipo de trabajo del que ni siquiera había escuchado. Al llegar, muchos de los otros postulantes se jactaban de su experiencia, de sus estudios, etc. Lo que yo mencioné fue que no tenía idea de lo que se trataba el trabajo ni tenía experiencia, pero si me daban la oportunidad, no los decepcionaría; por el contrario, llegarían a estar orgullosos de mí como empresa. Éramos como 50 personas en esa sala. Al terminar, esperamos unos minutos y solo llamaron a 13 para que fueran afuera del aula. Se quedaron con el resto (yo fui una de las que salieron). Cuando nos estábamos retirando, nos miraban como diciendo “lo siento”. Yo aguantaba el llanto porque, como comprenderán, estaba pasando por momentos muy difíciles, no solo económicos, sino también emocionales. Al final, se abrió la puerta y todos salieron. Nos miraron, aunque ya no tan altaneros. Así es... solo los 13 que quedamos afuera pasamos la entrevista y conseguimos el empleo. Y así comencé a valorarme como persona, como ser humano y como mujer. © Luz Paucar Jimenez / Facebook
  • Andaba buscando trabajo y fui a buscar a una amiga para que me acompañara a una entrevista, pero ella tenía que presentarse a un casting, por lo que me propuso que primero fuese con ella y después iríamos a mi cita. Cuando llegamos, la hicieron pasar y yo me senté a esperarla. Cuando ella salió, pensaron que yo también iba por el casting. Les dije que no, pero me insistieron para que lo hiciera de todas formas. Adivinen: no conseguí trabajo, pero quedé en el casting y mi amiga no. Fin de la amistad. © Matilde Beron / Facebook
  • Fui a una entrevista para trabajar en un hotel; era el trabajo de mis sueños, pero para mí fue la peor entrevista de mi vida. Hablo inglés perfectamente, y ese día se me olvidó todo lo que sabía. Los nervios me traicionaron. Llegué a mi casa llorando, y mi esposo me decía: “No te preocupes, que ese no es el único hotel que hay”. Adivinen... al otro día me llamaron, diciendo que el puesto era mío. © Maria Rosario Hidalgo / Facebook
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