18 Relatos de estudiantes que aprendieron lo que significa tener una profesora estricta
Todos recordamos nuestra época escolar, llena de momentos buenos y malos. Es en esos años cuando conocemos a todo tipo de personas, hacemos nuevos amigos y aprendemos muchas cosas. Sin embargo, este proceso de aprendizaje está lleno de anécdotas y nuestros profesores son una parte importante de muchas de nuestras experiencias.
- En tercer año de secundaria, mi profesora de inglés no me aprobaba por mi pronunciación. Me presenté en diciembre, marzo, julio, luego nuevamente en diciembre, marzo, julio, y aun así no obtenía mi título porque la profesora no me quería. Un día, le dije seriamente: “¿No hay nada que pueda hacer?”. Finalmente, hablé con el director y me dio la oportunidad con otra docente. Pasaron los años. Yo trabajaba en el hospital, y se presentó la profesora con un problema. El destino quiso que fuera yo quien la atendiera. Ella necesitaba mi ayuda, y yo no me vengué ni nada, solo le recordé lo mala que había sido. Ella solo me pidió disculpas, pero fui feliz... © Sanz Loly / Facebook
- Una profesora de Tecnología en Gestión, que me tenía en la mira por haberle contestado altaneramente un día, me puso un 4 en el trabajo final (el mínimo para aprobar era 6) y a mi compañera, un 8. Le pedí amablemente a mi compañera su trabajo, y en mi casa comparé sus respuestas con las mías. Eran iguales, solo que mi compañera había usado 2 hojas más por el tamaño de su letra. Cuando se lo reclamé a la profesora, no fue capaz de darme una razón válida que fundamentara las notas. Tuve que rendir su dichosa y ridícula materia con un examen oral, en el cual le restregué todo el conocimiento que tenía. © Romina Victoria Juárez / Facebook
- Tuve algunas maestras y profesores excelentes, pero la de 5.º grado me marcó hasta hoy. Formó un coro con todos los niños de la clase y, cuando empezamos a cantar, nos frenó en la mitad y, frente a todos, me llamó y dijo bien fuerte: “No puedes cantar, suenas horrible”. Resultado: aún estando mi casa, si quiero cantar, lo hago cuando no hay nadie. Tengo 70 años. © Liliana Frencia / Facebook
- En la secundaria tuve una maestra de mecanografía que por haber hecho mi tarea en hojas de color rosa, me las rompió sin revisarlas y me puso cero de calificación. Siempre fue muy grosera conmigo, me trataba mal, y años después me enteré de que tenía una rivalidad con mi mamá y se desquitaba conmigo. Era angustiante entrar a su clase, ya que no sabía con qué pretexto me regañaría frente a todos. © Verónica Aké / Facebook
- Tenía 5 años e iba a primer grado. Una profesora nos enseñaba de más para que aprendiéramos pronto a leer y a escribir, así que estábamos más adelantados que las otras aulas del mismo nivel. Un día, la directora de la escuela se enteró, así que nos quitó los cuadernos a todos los alumnos y rompió las hojas delante de nosotros. © Anabel Rosas / Facebook
- La directora evitó que ganara un premio de historia que siempre daban cada fin de curso. Lo hizo solo porque nunca llevaba el pantalón del uniforme. Me odiaba, pero nunca me pudo expulsar porque estaba en el cuadro de honor. Lo que sí me dolió es que por la misma razón, no me permitió salir de excursión al Palacio de Bellas Artes. © David Cariño / Facebook
- Había una profesora que a una compañera le ponía la nota máxima (nunca fue muy buena), y aunque yo era buena alumna, mis exámenes siempre tenían algo malo. En fin, dejé pasar eso. Al final del año, mi mamá entró a preguntarle algo a la profesora y vio cómo se probaba las joyas que la madre de la otra alumna le había regalado por ser “tan buena con su hija”. Ahí entendimos todo. © Patricia Salas Lestrange / Facebook
- Cuando estaba en primaria, teníamos educación musical, y mi familia, con mucho esfuerzo, me había comprado una flauta para las clases. Un día, un compañero me la sacó a escondidas y se puso a jugar con ella como si fuera una espada, por lo que una profesora, que lo tenía entre ceja y ceja, se la quitó y la quebró. Cuando le dije que era mía, también me castigó, culpándome a mí de todo. De más está decir que con el escándalo que hizo mi mamá, la escuela me compró una flauta nueva. © Silvana Lagos / Facebook
- Estaba en 5.º de primaria, y una profesora nos puso una actividad antes del receso. Unos amigos y yo nos quedamos porque no habíamos acabado la actividad, pero después de unos minutos, nos dijo que saliéramos a comer. Cuando regresamos al salón, nos metió un reporte por no terminar la actividad, cuando ella nos había dicho que podíamos salir. Al día siguiente, mi mamá fue a hablar con ella y tuvo el descaro de decir que me había metido el reporte no por no cumplir con la actividad, sino por ser la alumna más tranquila. Su argumento fue que quería demostrarle a la clase entera que podía ponerles reportes a todos, sin excepción alguna. © Gabriela Mar / Facebook
- Iba a quinto de primaria y tenía casi los 10 años cumplidos. Nunca le caí bien a la maestra de ese año, y siempre buscaba excusas para ponerme mala nota. Un día falté a la escuela porque mi abuelo tuvo un incidente. Cuando la maestra me preguntó por qué no había ido, le dije que era porque mi abuelo estaba enfermo. Muy hiriente, me contestó: “¿Acaso tú eres enfermera?”. © Kary Gaytán / Facebook
- Mi hijo tiene Asperger, y el primer año de primaria fue toda una pesadilla. Todos los días, la maestra les decía a los niños que cuando me vieran, me dijeran que mi hijo se había portado mal. Lo perseguían, era muy frustrante. Finalmente, decidí cambiarlo de escuela. Hoy, mi hijo tiene 16 años, y no le gusta recordar esa etapa. Sin embargo, también nos hemos topado con maestros maravillosos que se han preocupado por ayudarlo y tratar de entenderlo. © Mayra L Villegas / Facebook
- A mis 9 años tuve un profesor que, todos los días, a las tres y media de la tarde, nos daba un copiado para que estemos en silencio, pues él tenía una tele en el aula y era la hora del telediario. © Ana Leira Terceiro / Facebook
- Mi hermanito iba a la primaria, y una maestra le escribió esta nota en el boletín del último año: “Pésimo alumno, no logrará nada en la vida, pero hay que comprenderlo, es de barrio”. Hoy quisiera ver su cara al saber que ese chico de barrio estudió con una beca completa en Japón, y es un profesor de Música muy apreciado por sus alumnos al que no le queda espacio para tantos regalos que recibe el Día del Maestro. © Nirurka Aleyka Mendoza / Facebook
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