19 Historias sorprendentes de inquilinos y caseros que han cruzado la línea
¿Alguna vez te ha tocado lidiar con un inquilino o casero de pesadilla? Ya sabes, de esos que parecen sacados de una película de terror, que te hacen la vida imposible y te hacen desear nunca haber alquilado. Pues prepárate, porque tenemos unas historias que podrían dejarte sin habla. ¿Estás lista para conocer el lado oscuro del alquiler de viviendas?
- Tengo memoria de una mujer que solía escarbar en mis cosas cuando yo no estaba presente. Dentro de mis libros, tenía fotos de mi novio en aquel entonces. Un día, mi novio vino a visitarme y la señora estaba en el departamento. Así que, lo presenté a ella. La señora le dijo: “¡Ah, sí! Ya te conozco por fotos”. En ese momento, recordé que ella había visto las fotos de mi novio en mis libros. ©️ Kary Alkzr / Facebook
- Viví en una habitación que alquilaba y solía guardar mis alimentos dentro. Trabajaba desde el mediodía hasta la medianoche, pero un día olvidé algo y tuve que regresar a casa. Para mi sorpresa, encontré a la dueña de la casa dentro de mi habitación, robando mi comida. Decidí mudarme unos días después. ©️ Rubio Anyiel / Facebook
- Una persona que vivía conmigo en calidad de “amiga”, se dedicaba a tomar mi maquillaje y dinero sin mi consentimiento. Cuando le cuestionaba al respecto, ella negaba saber algo al respecto y, en cambio, acusaba a mis hijos de ser los responsables de dichos robos.. ©️ Alejandra Ontiveros / Facebook
- Me hice amiga de la propietaria del departamento en el que alquilé una habitación. Al principio, ella colocó en el cuarto las dos camas gemelas de sus hijos, lo que no me molestó, ya que no tenía cama propia cuando me mudé. Sin embargo, cuando le pedí que las retirara, argumentó que no tenía suficiente espacio y, posteriormente, empezó a permitir que sus hijos durmieran en mi habitación cuando yo no estaba presente. Aunque finalmente retiró una de las camas, me cobró a mí por ello. Además, comenzó a ingresar en mi habitación sin mi consentimiento para reorganizarla y limpiarla según su criterio, lo que resultó ser bastante caótico. Con el tiempo, se volvió más controladora y me pidió prestado dinero que luego afirmaba no poder devolver, por lo que lo descontaba de mi alquiler. Además, dejó de encender el aire acondicionado y la calefacción, y reemplazaba mis objetos por versiones más baratas. Finalmente, nuestra amistad se desvaneció y ya no tenemos contacto. ©️ Viviana Scarleth Lynam / Facebook
- Mi arrendadora permitió que una pareja de sus amigos entrara a bañarse en el baño que correspondía a mi zona de alquiler, alegando que el baño de ellos estaba inundado. Ante esta situación, los expulsé, ya que considero esto insalubre y, además, como inquilina, tengo derecho a ejercer mi control sobre el espacio alquilado. ©️ Elizabet Ahuir / Facebook
- Alquilé una pequeña casa a un precio muy accesible para ayudar a unos estudiantes. Desafortunadamente, cuando se mudaron, se llevaron la estufa, los muebles del baño, las macetas del jardín e incluso los cables eléctricos. ©️ Hilda Reveles / Facebook
- Soy dueño/a de un departamento independiente, que incluye jardín privado, el cual he arrendado a un caballero durante los últimos 6 años. El arrendatario no pagó nunca el mes de garantía y hemos tenido problemas con la fecha de pago. Le he solicitado que desocupe el departamento debido al deterioro en el que se encuentra, pero él se ha limitado a responder que buscará un nuevo lugar este mes. Esta situación ha persistido durante 3 años, pero debido a que necesito el dinero, acepto su respuesta. Aunque no hay un contrato de arrendamiento escrito, reconozco que tengo la capacidad legal para desalojar al inquilino, pero me resulta difícil hacerlo, ya que ha vivido aquí por muchos años. ©️ Claudia Bravo / Facebook
- Durante mi época de estudiante, opté por alquilar un estudio detrás de una casa con el fin de evitar el viaje diario a la universidad. Sin embargo, mi experiencia no resultó ser tan buena como esperaba, ya que la propietaria entraba en mi estudio y robaba mi ropa. Me enteré de esto por su hija pequeña, de apenas 4 años, quien me dijo que su madre se metía por la ventana. En aquel entonces, perdí mi visa estadounidense y estaba seguro de haberla dejado en uno de mis pantalones, pero desafortunadamente, no los encontré nunca más. Fue una experiencia terrible, y aunque confronté a la propietaria, ella negó todo. Finalmente, decidí irme del lugar. ©️ KC Medrano / Facebook
- Mientras me dirigía al trabajo, mi casera entraba a mi habitación y tomaba mis pertenencias sin mi consentimiento. En una ocasión, la descubrí desmontando mis almohadas alegando que estaban demasiado sucias. También me obligaba a limpiar su casa y bañar a su perro sólo porque pasaba por allí. Tras esta situación, decidí comunicarle mi decisión de marcharme, pero antes de que se cumpliera el plazo, ella dañó mis cosas y bajó mis cortinas. Me sentí impotente y frustrado, incluso me faltaban algunos de mis productos de cosmética. ©️ Pkñc Chechito / Facebook
- La propietaria de la casa aseguraba la puerta principal con un tornillo por las noches para evitar robos. Una noche, después de tener una cita con mi novio, llegamos a casa y nos dimos cuenta de que estábamos cerrados por fuera. Intentamos llamarla varias veces, pero nadie respondía. Sin dinero para pagar una habitación de hotel, mi novio sugirió que nos quedáramos en casa de su madre. A pesar de que ya no vivía con ella, entramos y subimos a su antigua habitación de soltero, que estaba al lado de la de su madre. Él me aseguró que no habría problema porque su madre ya sabía que a veces se quedaba a dormir allí. La verdad es que fue una noche terrible, mi novio roncaba sin parar y yo no pude dormir en toda la noche. Apenas sonaron las 6 de la mañana, lo desperté para salir de allí. ©️ Jaqueline Flores / Facebook
- La persona encargada de mi propiedad me pedía dinero para la comida, utilizaba mi ropa, tomaba mi coche sin poner gasolina para llevar a sus hijos a la escuela y hasta usaba mi maquillaje. Además, me pedía prestado dinero para pagar las deudas escolares de sus hijos. La situación llegó a tal punto que su casa fue embargada y se llevaron mis muebles que tenía en la habitación que le había alquilado. Finalmente, me desalojó diciendo que su marido no podía mantener la casa. Y lo peor de todo es que esta casera abusiva era mi propia hermana. Es triste tener una familia así. ©️ Danira Alvarado Silis / Facebook
- Hace algunos años, alquilamos una casa en el Estado de México, pero resulta que los propietarios aparecían sin previo aviso los domingos, acompañados de sus numerosos hijos, para pasar el día disfrutando de su propiedad como si fuera una casa de campo. Realmente era molesto porque ni siquiera los conocíamos. Hasta que se dieron cuenta de mi desagrado y dejaron de hacerlo. ©️ Maria Delfin / Facebook
- Mi esposo y yo rentamos un departamento, pero al llegar, no nos pareció seguro, así que pusimos una segunda cerradura. La casera se molestó y dijo que era suficiente con la que tenía. Mientras discutíamos, notó que las luces de un departamento vecino estaban encendidas y se enfureció: “Estos inquilinos dejaron las luces prendidas”. Tomó sus llaves, entró y las apagó. Ahí entendimos su enojo; seguramente quería entrar a nuestro departamento también. ©️ Ada Giron / Facebook
- Viví en una habitación donde la propietaria, una anciana, tenía la costumbre de entrar cuando yo no estaba. En una ocasión, usó mi baño y se bañó con la cortina y la puerta abiertas, desnudándose frente a mí. Después de una semana, me mudé a una habitación más grande e independiente en la misma casa, pero empecé a tener una picazón insoportable en todo el cuerpo todas las noches y madrugadas. Finalmente, descubrí que había chinches de cama en los muebles de la habitación, así que me mudé al día siguiente. Sin embargo, las chinches se metieron en mis pertenencias y me siguieron por semanas. Además, me robaron mi moto y ropa. La lección aprendida es vivir en un lugar independiente, pagar por parqueadero y asegurar muy bien los vehículos, y no confiar en nadie. ©️ Javier Nicola / Facebook
- Conozco a una mujer que solía entrar a las viviendas de sus inquilinos cuando ellos salían a trabajar. En una ocasión, la mujer entró en una habitación y se encontró con la inquilina, quien no había ido a trabajar ese día. La inquilina le preguntó: “¿Qué estás haciendo aquí?”. La dueña del inmueble respondió: “¿Por qué no me dijiste que no ibas a trabajar?”. La inquilina le contestó que no tenía por qué informarle su horario de trabajo, ya que ella pagaba la renta y eso era todo, que no tenía por qué entrar sin permiso. ©️ Yas Grajeda S / Facebook
Imagen de portada Javier Nicola / Facebook
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