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20 Personas que le dieron una lección a la gente sinvergüenza

Bien dice el dicho popular que hay personas a quienes “les ofreces la mano y te toman el brazo”. Por desgracia, así como hay gente buena, también hay quienes no tienen vergüenza y actúan descaradamente sin sentir consideración alguna por los demás.

🟣 Le di prestada una parrilla eléctrica a una compañera de trabajo. La acababa de comprar, estaba nueva. Ella me dijo que se le había terminado el gas. Pasaron dos meses y no me la devolvía. Se la pedí diciéndole que no era mía, que era de mi cuñada, y tenía que regresarla. Me la entregó llena de cochambre. Tuvo el descaro de pedírmela de nuevo, diciendo que se la pidiera a mi cuñada porque no tenía dinero para comprar gas. Obvio que no se la di y le dejé de hablar. © Alina Ishikawa / Facebook

🟣 Una vez llevé a reparar una bomba de agua que había dejado de funcionar. Me la arreglaron y, al instalarla, no sirvió, por lo que volví a llevarla y volvieron a repararla. Cuando le pregunté al técnico cuánto le debía por el arreglo, me dijo que más que el costo de una nueva bomba. Le respondí que prefería comprar una nueva y le pedí que me la devolviera. Él me dijo que se la quedaría como pago por los arreglos que le había hecho. Ese sí que fue un robo muy disimulado. © Rodrigo Navarro / Facebook

🟣 Vino mi vecina y me dijo: “Te conseguí una casa con cuatro dormitorios”. Yo le respondí: “Pero si yo no pienso mudarme, y además somos tres, ¿para qué quiero una vivienda tan grande?”. Después me enteré de que uno de los dormitorios era para ella y su familia, porque debía mudarse y no tenía cómo. © Graciela Rauduviniche / Facebook

🟣 Una persona que se ganó mi confianza me pidió que le ayudara a conseguir un préstamo por un monto específico para la operación de su esposa. Se veía desesperado, así que después de pensarlo, acepté pedirlo por un monto menor al solicitado. Un poco más y se puso a llorar de rodillas frente a mí, diciendo que ese dinero no le alcanzaría para lo que necesitaba. Les entregué lo solicitado sin hacerles firmar ningún documento. Han transcurrido cuatro años, y esos señores no han cumplido con devolver nada. En reiteradas oportunidades fui a cobrarles y no daban la cara, no respondían el celular; llegaron a decirme que no tenían dinero y que no los molestara, hasta me botaron. Yo asumí la devolución del préstamo; a la fecha, sigo pagando. Hay gente sinvergüenza e indigna que no merece consideración. © Teresa De J Reyna / Facebook

🟣 Hace muchos años, una vecina, ya un poco mayor, me dijo: “Vecina, su gallo se pasó a mi casa, pero está bien bonito; préstemelo para que esté con mis gallinas y después se lo devuelvo”. Yo le dije: “Bueno”. A las 2 semanas, le dije que me regresara el animal, y me contestó que era de ella, que lo había comprado y que yo estaba equivocada, que jamás había volado a la casa. Este era un gallo peruano, mi mamá lo compró. La vecina jamás me lo devolvió, incluso se molestó. © Patricia Pesantez Carpio / Facebook

🟣 Una prima me pidió dinero para unas medicinas vía Facebook, hasta me estuvo apurando, diciendo que lo necesitaba. Y allí fui corriendo a depositarle. Pasaron los días y nunca me pagó. Se hizo otra cuenta de Facebook y después de un tiempo me mandó una solicitud. Nunca la acepté. © Fadick Rodriguez / Facebook

🟣 A mí me pasó con una amiga, o al menos eso creí que era. Ella estaba viviendo en otra ciudad y, por casualidad, me tuve que ir a trabajar justo ahí. Me ofreció vivir con ella para que no gastara de más en arriendo y así compartiríamos los gastos. Resulta que el primer mes, nos fuimos al supermercado a comprar. Ella puso en el carrito todo lo que necesitaba en cuanto a gastos personales y, obviamente, lo que era para ambas. Yo pensé que al momento de pagar, ella apartaría lo suyo, pero resulta que pasó todo por la caja y tuve que darle la mitad del total de la compra. No dije nada en ese momento, pero al llegar a su casa, se lo reclamé, y me dijo que tenía que agradecerle que me tenía en su casa. Yo le había pagado ya el mes por adelantado de la vivienda, así que viví ahí solo ese tiempo. Luego me fui a una pensión mientras duró mi trabajo en aquella ciudad. Nunca más le hablé. © Maria Angelica Faundez Soto / Facebook

🟣 Un “amigo” nos pedía cosas prestadas a veces y nunca las devolvía. Entre todas esas, una vez, mi hermano le prestó unos zapatos de jugar al fútbol. Se demoró días, meses, y cuando mi hermano le insistió muchas veces, reclamándole por sus zapatos, se los devolvió, pero modificados. Al parecer, los vendió y tuvo que reclamarlos. También le presté un libro y, como se imaginarán, nunca me lo regresó. © Jairo Sevilla / Facebook

🟣 Un amigo se encontró un maletincito con dinero saliendo de su graduación. Llegó a su casa, le comentó al papá sobre eso y vio que traía una identificación y un número de teléfono. El padre le dijo: “Llama para regresarlo”. Él llamó al dueño y el hombre le pidió que pasara a entregárselo. Además de eso, tuvo el descaro de contar el dinero frente a él. © Rafael Ramirez / Facebook

🟣 La mamá de una vecina me acompañó a comprar ropa, y yo compré un juego de playera con pantalón pescador. Desde que lo tomé en la tienda, insistía en que era muy bonito. Al llegar a la casa, me lo pidió prestado para decirle a su hija que le comprara uno igual, y yo ilusa e inocente se lo presté. Al ratito bajó la señora con el trajecito muy puesto, y muy burlona me dijo: “Mira qué bien me quedó”. Aunque le aclaré frente a la hija que era mío, que solo se lo iba a medir, ella ni en cuenta, cosa que no me sorprendió, porque su hija ya me había hecho varias y resultó igual: madre e hija muy descaradas, pero así se aprende. Y ahora, lógico, ya no hay amistad. © Celia Arellano / Facebook

🟣 A mí me pasó con un par de abuelitos (aclaro que no eran abuelos míos, solamente les decía así de cariño). Yo siempre trataba de apoyarlos económicamente con algo, ya que siempre se quejaban de sus hijos; decían que eran malos, que no les ayudaban y no los visitaban. Entonces yo trataba de pasar a verlos seguido. Me agradaban bastante. Hasta que un día pasé a dejarles 2 almuerzos que compré en un comedor, pero cuando fui, estaban 2 hijas y una nieta en la casa de ellos. Yo les dije “Aquí les dejo esto, que tengan buen provecho”, y me respondieron: “Pero somos 5, esto no nos alcanza”. Yo les respondí: “Disculpen, pero no tengo más, pasaré otro día”. Me fui corriendo y jamás pasé de nuevo. © Liliana Coo / Facebook

🟣 Un día, una vecina me pidió mi manguera, y como no me la regresaba, fui y se la pedí. Cuando le dije que la quería, me preguntó que para qué, que no fuera descarada, si ella había visto que yo tenía otra. Le contesté: “En efecto, tengo otra, pero, en primer lugar, la manguera es mía y, en segundo, tengo dos porque las necesito, pues una la tengo puesta con la lavadora y la otra la uso para lavar y regar el patio”. Pues nada, se enojó y me la dio de mala gana, pero me dijo que la esperaba de regreso, porque ella la usaba. Obviamente, no se la volví a prestar. © Oriella Vega / Facebook

🟣 Un señor supo que el vecino no tenía luz y sintió pena, ya que tenía familia, así que le pasó una extensión para darles electricidad. Pasaron los meses y no veía ningún movimiento de que él pusiera la luz en su casa. Un día, cansado de esperar, le dijo a su vecino que ya no podía seguir ayudándolo con la luz. Este se molestó y no le volvió a hablar más. Se le olvidaron los meses que el vecino lo ayudó. ¡Malagradecidos que son! © Brigida Carrion Carrion / Facebook

🟣 Una vez, le presté el traje de mi hijo a una amiga para el suyo. Lo usaría una noche, pero me lo entregó 3 meses después debido a tanta insistencia mía. Había metido el traje en la lavadora y parecía viejo. Además, el estuche estaba todo roto, parecía mordido y con pelos de perro. Ahora andan resentidos y no me hablan. ¡De experiencia! © Liu Matthews Linares / Facebook

🟣 Mis padres tenían una manguera que dejaban en la valla de un patio interior para que los vecinos la pudieran usar también. Fue así durante un tiempo. Pero un día, mi madre fue a agarrarla para usarla y vio que le habían cortado casi la mitad. La respuesta del vecino fue que necesitaban un trozo y no se lo pensaron, como si fuera de ellos. © Merche Zgz / Facebook

🟣 Una conocida le regalaba miles de cosas a mi beba, y constantemente me insinuaba que tenía miles de lugares a los cuales ir. Yo le decía: “Vamos, yo paso por ti”. Ella decía que no usaba el carro de su marido estacionado en su cochera porque, si le hacía un rayón, él se iba a enojar. Usábamos mi camioneta, que es más vieja y gastalona que su carro lujoso, pero quiso que fuera taxi del hijo de una amiga de ella, y ahí la mandé a la goma. © Vanessa Torres — Garcia / Facebook

¿Cómo has enfrentado encuentros con gente desvergonzada?

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