Un restaurante causa polémica al prohibir la entrada de niños “llorones”
Cuando la gente habla de discriminación, normalmente pensamos en los mismos motivos de siempre: raza, orientación sexual, capacidades distintas. Pero ¿discriminar a los niños por el hecho de ser niños? No es algo que se escuche todos los días. Sin embargo, un restaurante de California tiene unas políticas de acceso a infantes que están causando bastante molestia.
En California, Estados Unidos, existe un famoso restaurante llamado Old Fisherman’s Grotto, reconocido por su exquisita sopa de almejas y conocido por los lugareños. Sin embargo, en los últimos tiempos ha ganado aún más notoriedad, aunque no precisamente por su gastronomía. Se ha generado una gran controversia en las redes sociales y especialmente entre cientos de padres, debido a su polémica política de prohibir la entrada a niños que lloran o hacen ruidos muy fuertes, considerada por muchos como una decisión “altamente discriminatoria”.
A la entrada del restaurante se pueden observar varios letreros con advertencias como: “No se permiten cochecitos, ni sillas altas, ni sillas elevadoras. No se permiten niños llorando o haciendo ruidos fuertes en el comedor, ya que distraen a otros comensales”. Según han expresado muchos padres con niños pequeños, esto les impide disfrutar de una agradable cena en familia en un lugar que les gusta. En consecuencia, se han generado numerosos comentarios y críticas hacia el restaurante, llegando a compararlo con la exclusión experimentada por otros grupos minoritarios, como mujeres, afroamericanos, asiáticos, entre otros.
“No se permiten cochecitos, ni sillas altas, ni sillas elevadoras. No se permiten niños llorando o haciendo ruidos fuertes en el comedor, ya que distraen a otros comensales”
Chris Shake, el propietario del restaurante, ha defendido esta política, argumentando que su objetivo principal es crear un ambiente apacible y relajado para disfrutar de la comida, evitando así que los niños inquietos e incapaces de controlar sus impulsos interfieran en la experiencia de otros comensales. Shake incluso consultó a un abogado para asegurarse de que su política no tuviera ningún indicio de discriminación y se ajustara a las normativas vigentes.
Shake ha dejado claro que no tiene intención de modificar su política y ha expresado lo siguiente: “Contamos con numerosas familias que disfrutan de sus cenas aquí, cuyos hijos se comportan adecuadamente y comprenden perfectamente nuestra política con relación a los demás comensales. Aquellos que redactan críticas negativas acerca de nuestra política son, en su mayoría, personas que ni siquiera han cenado en nuestro establecimiento, pero que se sienten ofendidos por el letrero y nuestras normas”.
Por supuesto, cada empresario tiene derecho de hacer lo que quiera con su negocio, pero no puede evitar que los comensales decidan también dónde se sienten a gusto y dónde no. Suponemos que los padres de familia no se sentirán muy bienvenidos en este restaurante.