Humor

Hay ciertas cosas en la vida que, a pesar de su aparente simpleza y pequeñez, guardan un valor incalculable; nos hacen sentir interiormente plenos, tranquilos y afortunados. Nos referimos, por ejemplo, al cariño incondicional que intercambiamos con nuestras mascotas, a la ternura de un niño, a la fraternidad entre animales de distintas especies, a la posibilidad de reírnos de nosotros mismos y al potencial que llevamos dentro incluso desde nuestra primera infancia.

Cuando una chica entra en un lugar portando un gran estilo o una gracia disruptiva, casi todos los ojos del lugar son atraídos por ella. La verdad es que para irrumpir con la presencia, sea cual sea el sitio, hay que tener actitud, y eso, en un mundo de espectadores que prejuzgan, es muy valorable.

Quienes somos madres sabemos lo agotadora que por momentos puede resultar nuestra rutina diaria con los niños. Sin embargo, al recordar sus ocurrencias volvemos a pensar lo que en realidad supimos siempre: sin ellos, nuestra vida sería bastante más previsible y aburrida.

Si hay algo que todas sabemos sobre las películas basadas en la vida real, es que muchas cosas no son en realidad como se presentan en la pantalla. Esta vez nos vamos a enfocar en la Edad Media y las damas de esa época, cómo se veían, cómo vivían e incluso cuál era el estereotipo de ese entonces.

Si alguna vez jugaste al Tetris, quizás conozcas la sensación de cuando algunas piezas encajan perfectamente. Por alguna razón, se produce una satisfacción interior cuando ciertos objetos encastran con otros, y esto puede verse en muchos hogares donde sus dueños parecen medir todo milimétricamente antes de comprarlo.

Hay muchas escenas de la niñez propia que son difíciles o imposibles de recordar. Hoy en día, los padres tienen el celular a mano todo el tiempo y pueden congelar las cómicas escenas que ocurren en el hogar gracias a los hijos.

Sasha Sovetova es una madre de 3 que, como todas las mamás, se enfrenta cotidianamente a los retos, alegrías y frustraciones de la maternidad. Sin embargo, al ser también una talentosa artista, decidió no guardarse sus experiencias con sus hijos y trasladarlas al dibujo. El resultado son cómics con un enfoque irónico y divertido que a nosotras nos sacaron varias carcajadas.

Las categorías y generalidades están en todas partes, en todos los ámbitos, formales e informales. Nos ayudan a agruparnos, a catalogarnos, a enmarcarnos en una serie de factores comunes con cientos o miles de otras personas. Pese a eso, lo cierto es que cada persona es la combinación de muchas circunstancias únicas, y hay quienes lo manifiestan con un detalle de autor en su cuerpo.

Inna Sacali es una artista de Moldavia que ilustra su vida como esposa y madre en alegres cómics. En su cuenta de Instagram comparte estos dibujos en los que las mujeres pueden reconocerse fácilmente, pues algunas situaciones suelen ocurrirnos a la mayoría cuando nos convertimos en mamás, como comprar compulsivamente o pasar la noche en vela intentando dormir al bebé.

Cumpleaños infantiles y de adultos, una tarde de lluvia, un festejo navideño... todo parece una ocasión perfecta para preparar un pastel, hornear galletitas y agasajar a nuestra familia. Pero a veces ocurre que en el envión del entusiasmo nos proponemos copiar un modelo, y es ahí mismo donde quizá comenzamos a sobreestimar nuestras habilidades culinarias. Es que, al final, entre la expectativa y la realidad parece haber un abismo.

Mientras los adultos nos rompemos la cabeza intentando hallar soluciones para los problemas, los niños parecen resolverlos con una dosis de ingenio que simplemente nos deja pasmados. Puede que su capacidad para fantasear los ayude a generar proyectos llenos de inteligencia. Pero, hay que decirlo, muchas veces esas ideas desembocan en una tremenda travesura.