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18 Estudiantes que aprobaron un examen sin haber estudiado ni una pizca

Los exámenes generan ansiedad en muchos estudiantes, incluso en los más aplicados. Sin embargo, a veces pueden resultar divertidos y dignos de recordar. Por eso, hemos recopilado anécdotas de nuestros lectores sobre pruebas escolares con desenlaces inesperados. Aquí tienes algunas de ellas.

  • Durante mi época en la escuela secundaria, el profesor de matemáticas notó que resolvía los problemas con rapidez y precisión. Como resultado, en algunas clases mi tarea era simplemente llevarle su café caliente, mientras mis compañeros trabajaban en los ejercicios y el profesor los supervisaba. En el último examen, el profesor me indicó que sólo escribiera mi nombre en el papel y simuló resolver el examen él mismo, ya que me había eximido previamente. © Enrique Alcaraz / Facebook
  • En cuarto año de la escuela secundaria, elegí la asignatura de literatura. Fue mi primera vez rindiendo un examen y no tenía idea de cómo prepararme para ello. En la parte escrita, obtuve una calificación de 6 y pasé a la instancia oral. No sabía que debía preparar un tema y por miedo, dije que había elegido hablar sobre La Celestina, ya que recordaba algo de la clase. Respondí algunas preguntas y luego me dijeron que regresara en marzo. En la instancia oral, mi desempeño fue pobre y obtuve un 2. Durante las festividades navideñas, recibí una tarjeta de felicitación de la profesora diciéndome que había aprobado el examen porque se promediaban ambas notas, y el aprobado era con un mínimo de 4. © Inés Ceballos / Facebook
  • En una clase de física, el profesor asignó un ejercicio de un burro en una catapulta para que se resolviera durante el fin de semana. La siguiente semana, cuando preguntó quién lo había hecho, nadie respondió. En ese momento, decidí decir que yo lo había resuelto. El profesor revisó mi trabajo y me dijo que estaba bien hecho. Debido a esto, me eximió del examen final. © Dario Zarama / Facebook
  • Durante una clase de derecho, experimenté algo peculiar. La profesora acordó hacer solo tres preguntas; sin embargo, al ver que respondí correctamente a las tres, me hizo tres preguntas más. Mientras iba respondiendo la sexta pregunta, le pregunté si no habían acordado solo tres preguntas. La profesora respondió que le gustaba asegurarse de que los estudiantes hubieran estudiado lo suficiente. Después de responder a las seis preguntas, me dijo que había obtenido un sobresaliente. Me reí en respuesta y le agradecí a la profesora. © Venencia Madrid / Facebook

Los años de escuela son todo un capítulo en la vida de casi todas las personas, por eso las historias nunca dejan de producirse y los recuerdos nos acompañan por mucho tiempo. Cómo ese maestro que nos hacía erizar la piel del miedo o esos alumnos traviesos que no nos dejaban en paz.

  • Durante un examen oral de derecho tributario, tuve que responder una pregunta frente a mis compañeros de clase. Sin embargo, al ponerme nerviosa, comencé a reírme al ver las piernas velludas de un compañero. La risa me impidió responder la pregunta y el profesor decidió que repitiera el examen al día siguiente. Me concentré más y logré aprobar con una calificación perfecta de 100. Evité distraerme con cualquier cosa que pudiera distraerme durante la repetición del examen. © Luzy Ramos / Facebook
  • Durante un examen de termodinámica, el profesor planteó un ejercicio de hidráulica con un error en la formulación, provocando que el resultado fuera ilógico. Inmediatamente, le indiqué el error al profesor durante mi tiempo de respuesta, pero él no lo aceptó. Posteriormente, entregué la prueba y me retiré. En la siguiente clase, el profesor me entregó mi examen con la nota máxima y una nota adicional que decía que estaba exento de realizar todos los exámenes a partir de ese momento. © Fabián Gallardo Sepúlveda / Facebook
  • Después de que nuestro profesor de matemáticas aplicara un examen en el que solo unos pocos logramos obtener la calificación máxima, fuimos seleccionados para representar a nuestra escuela en una competencia de matemáticas intercolegial regional. En los tres concursos que se llevaron a cabo, obtuve los primeros lugares, lo que me permitió estar exento de clases durante el resto del año. Sin embargo, nunca le dije nada de esto a mi madre y en vez de eso, aproveché el tiempo para jugar fútbol. © Ander GR / Facebook
  • Tuve una experiencia similar con mi profesor de geografía. Siempre había obtenido calificaciones excelentes, pero en ese día en particular no había estudiado nada. Inmediatamente después de recibir el examen, le dije al profesor que no había estudiado y que prefería salir del aula para no perder su tiempo. Al final del examen, el profesor entregó las notas y me había otorgado un 10 por mi honestidad. Sin embargo, cuando algunos de mis compañeros intentaron hacer lo mismo en el siguiente examen, el profesor les otorgó una calificación baja. © Emmanuel Celiz / Facebook
  • Había una vez un examen de filosofía al cual no había estudiado nada. Cuando comencé a leerlo, encontré al final una nota que indicaba: “Si llegaste hasta aquí sin escribir nada, entrega el examen y estarás aprobado”. Divertido, me levanté y entregué el examen al profesor. Aprobé con A+ simplemente por haber leído. Todos se preguntaron qué había sucedido y cuando se dieron cuenta, ya era demasiado tarde. © Gerson Santiago Inoa Martinez / Facebook
  • Cuando mi profesora de matemáticas llegaba a clase, solía decir: “Hoy vamos a repasar lo que vimos ayer. Danubio, por favor, sal del aula”. Yo le preguntaba: “¿Por qué tengo que salir? No he hecho nada malo”. Ella contestaba: “Sé que ya te lo sabes. Si te quedas, te aburres y molestarás”. © Danubio Salas / Facebook
  • Mi maestro de anatomía nos hacía estudiar intensamente todos los días, incluso si ya teníamos la calificación de exentos. Sin embargo, para el examen final, nos obligaba a asistir solo para anunciar el nombre de los exentos y permitirles irse. © Ma Laura Lopez Garcia / Facebook
  • Tuve una experiencia durante un examen oral de anatomía. Antes de presentarme, enfrenté un problema importante en mi hogar, lo cual me bloqueó completamente y no pude expresar ninguna palabra, a pesar de conocer las respuestas. Mis examinadores se sorprendieron mucho, sin embargo, me aprobaron. Fue una situación que me dejó asombrada. © Gladys Hernani Ferro / Facebook
  • En la escuela secundaria, mi profesor de matemáticas, el loco Ulloa, de repente decía: “Saca una hoja de papel y un lápiz. ¡Examen!” Por supuesto, todos protestamos diciendo: “Pero, señor, no nos avisó”. Él respondía: “Es fácil, estudiantes. Solo apliquen esta fórmula”. Escribía la fórmula, hacía la pregunta y decía: “Vuelvo enseguida. Abre tus libros y cuadernos”. Cuando se fue, todos agarramos nuestros libros y cuadernos porque nos dejó solos en un salón de 52 alumnos. Regresaba unos minutos más tarde y se reía diciendo: “No lo encontrarás en tu libro o cuaderno. Inventé esa fórmula”. © Roberto Villegas / Facebook
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