Bella y Genial
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20+ Clientes que parecen no tener idea de lo que es el sentido común

¿Alguna vez has trabajado en servicio al cliente? Hay personas a las que les encanta, pero hay otras que ni en sueños se imaginan lidiando con personas todo el día. Lo peor es cuando te toca atender a esos clientes que no tienen límites y que parecen estar buscando la manera de sacarte de tus casillas. No sabemos ustedes, pero nosotras, después de leer las anécdotas de estas personas, podemos entender por qué muchos terminan huyendo de ese tipo de trabajo. Lee hasta el final porque tenemos un bono para ti.

  • En la farmacia en la que trabajo, a menudo me encuentro con personas que quieren devolver medicamentos después de haberlos usado hasta la mitad, solo porque no obtuvieron el resultado deseado o porque no les gustó el medicamento. © Gabriel Milhorini / Facebook
  • En mi trabajo como recepcionista de un hotel, es común recibir quejas sobre los televisores, especialmente en días nublados. Una vez, un huésped me pidió que solucionara un problema con un canal porque a las 9 pm iban a pasar un programa que él quería ver desde el inicio. Eran las 9:30 pm y él, de alguna manera, esperaba que yo pudiera hacer que el programa comenzara de nuevo © Gabbe Costa / Facebook
  • Una vez un cliente me pidió que calentara un vaso con refresco para su hijo. Le sugerí quitarle el hielo para que quedara a temperatura ambiente, pero él dijo: “No, no, tiene que estar tibio” y tocó la lata. © Dafne Adriele Maccari Costa / Facebook
  • En mi trabajo como optometrista, mi tarea es hacer exámenes visuales a los pacientes. En una ocasión, un paciente volvió después de su consulta para quejarse de que la graduación que le habíamos recetado lo hacía ver “demasiado” y que estaba preocupado por volverse adicto a las gafas. Le expliqué que nunca había visto gafas cuyo propósito fuera hacer que la persona viera mal. © Thais Cristina / Facebook
  • En cierta ocasión, una actriz visitó el departamento de vestuario de la emisora y después de mirar el vestido elegido para lucir ese día, expresó: “Hoy, al despertar, me di cuenta de que ya no me gusta este color. Cámbialo”. La encargada del vestuario, acostumbrada a los caprichos de las celebridades, le respondió: “Haz un esfuerzo para que vuelva a gustarte, porque solo tienes este vestido para ponerte”. Dafne Adriele Maccari Costa / Facebook
  • Un día en el banco donde trabajo, un cliente se enojó conmigo porque pensaba que no quería ayudarlo a registrarse en la aplicación de una empresa de transporte. Afirmó que era nuestra obligación ayudarlo con la solicitud, ya que tenía su cuenta en el banco, y amenazó con abrir una investigación por negativa de servicio y otras acusaciones. Tenía alrededor de 60 personas esperando detrás de él para que les resolviera problemas bancarios. © Edson Sirlene / Facebook
  • Cuando trabajaba en una tienda de artículos de librería que ofrecía servicios de cibercafé, fotocopias, impresiones y encuadernaciones, solía haber clientes que hablaban por teléfono mientras hacían sus copias y se comunicaban conmigo mediante gestos. Ante esto, solía salir detrás del mostrador y dirigirme a la puerta de la tienda, dejando a los clientes haciendo señas hacia las paredes. © Silvana M. Golçalves / Facebook
  • Trabajé en el servicio de cancelaciones por teléfono de una empresa de televisión. Un día, una cliente llamó para cancelar su suscripción y le pregunté la razón. Me dijo que el decodificador era demasiado grande y no cabía en el espacio reservado en su estante de televisión. Le pregunté cuánto medía el espacio, ya que el decodificador es bastante pequeño. Me respondió que era el espacio reservado para las bebidas y que el decodificador no cabía allí.© Tafnys Araujo / Facebook
  • Un día, una cliente solicitó a través de una aplicación de delivery un postre de chocolate blanco con fresas, sin embargo, después de recibirlo, llamó para reclamar que no le gustaba el chocolate blanco y quería que se lo cambiaran por un postre de chocolate negro. Como el pedido estaba registrado en la aplicación, yo le expliqué que no podía cambiar el postre y que debía realizar un nuevo pedido para recibir el que deseaba. A pesar de su explicación, la cliente no realizó un nuevo pedido y yo recibí una mala evaluación. © Janaína Scricco / Facebook
  • Mi padre es dueño de una pequeña empresa de fiestas infantiles donde instalamos juegos inflables, camas elásticas, entre otras cosas. Hemos tenido tantos clientes irrazonables que podríamos escribir un libro con sus historias. Una vez, mientras desmontábamos el equipo, un padre metió a su hijo dentro del inflable. A pesar de que el tiempo del contrato había expirado y la fiesta había terminado, el hombre exigió que montáramos todo de nuevo para que su hijo pudiera jugar. Traté de explicarle la situación, pero él solo gritaba y amenazaba con llamar al organizador del evento, como si eso pudiera solucionar algo. Finalmente, saqué al niño del inflable y continuamos desmontándolo mientras el padre seguía enfurecido. © Marcus Vinícius Mallmann / Facebook
  • Una anécdota que destaca mi carrera como vendedora es la siguiente: una cliente publicó en grupos locales que intentó cambiar dos prendas para sus hijas gemelas conmigo, pero que yo me negué. Además, compartió mi página, nombre y contacto en el grupo y añadió fotos de sus hijas usando los vestidos que quería cambiar en una fiesta del fin de semana anterior. La publicación generó cientos de comentarios y, gracias a ella, pude vender mucho. La mujer había agregado capturas de pantalla de mí diciéndole que no podía cambiar las prendas porque habían sido usadas, mientras ella afirmaba que no lo habían sido. Pero las fotos demostraron lo contrario. © Amy Jolie / Facebook
  • Una amiga mía trabajaba en un banco cuando un hombre descarado se saltó la fila y se acercó a ella, ignorando a los demás clientes. Ella le dijo: “Señor, no puede hacer eso”. Él respondió preguntando si sabía con quién estaba hablando y de quién era hijo. Mi amiga simplemente le respondió: “No sé, pero yo soy hija de Juan, el operario, ¿esto significa algo para usted? Entonces, ni usted ni su padre son importantes para mí. ¡EL QUE SIGUE!” © Carmen Salim / Facebook
  • En mi trabajo como vendedor a través de una aplicación de mensajes, tuve un problema con una señora. Me reclamó por la foto de perfil que tenía, a pesar de que solo mostraba una imagen de mi familia. Ella insistió en que debía mostrar el logo de la empresa en su lugar. Le envié el logo con la marca, el registro de la empresa y el enlace de la página, pero aún así me dijo que solo compraría si cambiaba la foto. Me cansé de la situación y decidí bloquearla de mis contactos. © Júnior Tambores / Facebook

Para que sigas divirtiéndote con anécdotas sobre clientes de pesadilla, aquí te dejamos otros artículos similares (uno, dos, tres).

  • Durante mi primer trabajo en una tienda de comestibles, mientras empacaba los productos de un cliente, le pregunté cómo estaba y ella respondió: “Tuve que esperarte, así que más o menos”. Luego, me informó que había un agujero en la bolsa de harina que había comprado y exigió que le comprara una nueva de inmediato. Debido a que mis manos estaban ocupadas en ese momento, le pedí que esperara, a lo que ella respondió con un grito: “¡Ya te he esperado lo suficiente!” y arrojó harina a mi cara. Mi cara, mi delantal y mi camisa quedaron cubiertos de harina. A pesar del incidente, continué empacando sus productos en silencio. Más tarde, ese año, recibí varios premios por mi profesionalismo y excelente servicio al cliente. © Avery Mojica / Quora
  • Durante la primera llamada de un cliente, estábamos discutiendo los detalles del pedido, sin haber anunciado montos ni firmado contratos. En un momento dado, solicitó que todo el trabajo se completara en una semana debido a plazos ajustados. Al explicar que esto era físicamente imposible, el cliente comenzó a gritar, diciendo: “¡Te estoy pagando tanto dinero y no puedes hacerlo en una semana!”. Como resultado de su comportamiento ofensivo, se fue a buscar a otro proveedor. A pesar de que el cliente volvió a llamar unos días después, pensando que estaba contactando a una empresa diferente, decidimos no aceptar su pedido. © Sport77 / Pikabu
  • Una cliente llegó y afirmó que le habían entregado una araña de techo rota. Al verla, me di cuenta de que había sido colgada sin éxito. A pesar de ello, decidimos hacer el cambio y la mujer se regocijó diciendo: “Sabía que lograría mi objetivo”. Le advertí que ese comportamiento no quedaba impune. Después de recibir la nueva araña, la cliente salió de la tienda pero cayó pesadamente sobre la caja que la contenía. El personal de seguridad la ayudó y ella me miró, pero yo simplemente señalé hacia arriba. © Keith Taylor / Quora
  • Tengo una tienda de cosméticos y una mujer vino a visitarla. Le di información sobre mis productos y le ofrecí muestras, pero se fue sin comprar nada. Pasó un mes y volvió, pero nuevamente se fue sin adquirir nada. Ayer, regresó y le pregunté: “¿Vas a llevarte el champú? Dijiste que te había gustado”. Y ella, sin pestañear, declaró: “¡No, gracias, ordeno todo en Internet!” Me sorprendió su descaro, ya que me esfuerzo mucho en mi trabajo, no exagero en los precios y pongo mi alma en lo que hago. No puedo entender cómo la gente puede ser tan desconsiderada. © Oídoporahí / Vk
  • Trabajé en una tienda de verduras donde me encargaba de pesar los productos y mi compañera se encargaba de cobrar a los clientes. Durante las horas pico, era común que hubiera filas, a pesar de trabajar lo más rápido posible. Un día, un hombre llegó y tomó una enorme calabaza, saltándose la fila y arrojándola sobre el mostrador, exigiendo que lo atendiera rápidamente porque era un “cliente privilegiado” que compraba al por mayor y lo estaban esperando. Era empleada, así que me tragué mi enojo y lo atendí, lo que provocó que los demás clientes se quejaran. Luego fue grosero con mi compañera, alegando que le estábamos cobrando de más. Una semana después, volvió con la misma actitud, pero esta vez, al estar presente la jefa, hizo la fila ordenadamente. Al llegar a la caja, le dijo a mi jefa que debía tener cuidado de a quién contrataba, que la cortesía era vital en los empleados. Afortunadamente, mis jefes eran personas amables y comprensivas, lo que hizo que no volviera a ocurrir otro incidente como este. Me considero afortunada por haber tenido este trabajo. © Dili Ale / Facebook
  • En nuestro punto de venta tenemos una configuración diferente a la mayoría de los establecimientos. Le pedí al cliente el primer dato que se solicita, que es el último en otros puntos, y se empeñaba en darme otros datos en su lugar. Traté de explicarle que necesitaba el dato en el orden correcto para poder procesar la compra. El cliente se molestó y comenzó a llamarme abusiva por pedir antes lo que debía pedir después, y que no podía creer que nuestro local fuera tan diferente. A pesar de esto, le ofrecí su tarjeta con una sonrisa. Al salir, el cliente amenazó con hacer todo lo posible para que me despidieran. © Scarlet Yanilleth Motaban Betancourt / Facebook
  • En mi trabajo, hay una cliente que siempre llega a la hora del almuerzo y espera ser atendida de inmediato. Revisa las muestras de cuero y dos o tres paquetes del mismo artículo, de los cuales hay diez, para terminar eligiendo uno o dos y seguir examinando los demás artículos, haciéndome mover alrededor de ocho paquetes. A pesar de que me pide que me apure porque tiene prisa, no he tenido tiempo de almorzar. Hago mi trabajo lo más rápido posible, y finalmente se lleva ocho de los 80 que moví, dejándolo todo desordenado. Cuando va a pagar, dice que no le alcanza y deja dos o tres artículos. Aunque me río, en el fondo deseo estrangularla. © Fernando Medina / Facebook
  • Trabajo en una heladería y atendí a una señora mayor que se quejó porque mi compañera y yo no nos poníamos de acuerdo al atenderla. Luego, se quejó de que había tocado con mis manos el cono de helado (que estaban limpias, solo estaba colocando una servilleta) y que el helado era pequeño. Traté de complacerla dándole un poco más de helado, pero luego se quejó de que uno de los sabores no tenía suficientes almendras. Le pedí ayuda a mi compañera, quien me sugirió agregar más almendras. Le di un nuevo helado con muchas almendras, pero después de terminarlo, dijo que solo había una almendra pequeña. Fue una experiencia desagradable, pero hice todo lo posible para satisfacerla. © Sofia Marini / Facebook
  • Una cliente junto a su hermano, los dos tenían al rededor de 50 años, siempre se quejaban del sabor de los jugos que servíamos, que si la avena no tenía suficiente leche o que si no tenía suficiente azúcar o que el jugo de ajonjolí tenía tal o cual defecto, pero volvían cada semana y pedían el mismo sabor para quejarse una y otra vez de lo mismo. © Orimar Meneses / Facebook
  • Un cliente entró a la tienda con un galón de pintura que había comprado en 2016. Me dijo que estaba tratando de poner su casa a la venta, por lo que la estaba preparando y quería retocar algunos lugares. Comentó que hace un par de años el galón que compró estaba pintando bien, pero lo intentó de nuevo recientemente y ya no servía. A pesar de que intenté explicarle nuestra política de devoluciones, se puso agresivo y exigió un reembolso. Después de negar su solicitud, se enfureció, me insultó y amenazó con hablar con mi gerente. Luego salió corriendo de la tienda. Nunca volví a ver al cliente.© sherwinslittleb**ch / Reddit
  • Trabajo en el sector de abrigos de piel y a menudo los clientes vienen con artículos magnetizados de otras tiendas. Siempre respondemos con calma ante cualquier reacción exagerada. Una vez, una clienta entró gritando y continuó haciéndolo al salir. Sin voltear, le dijimos “adelante”. De repente, la cajera gritó “¡Está llevándose nuestro abrigo de piel!”. La perseguimos y efectivamente, la mujer había venido con un abrigo similar, se probó uno, colgó el suyo y se fue con el nuestro. Al ser descubierta, ella dijo “No funcionó”. © Oídoporahí / Ideer
  • En el súper donde trabajaba, una señora mayor me recriminó por no tener bombones de la marca Ferrero Rocher. Le expliqué que no era responsabilidad de la tienda, ya que la marca no fabrica bombones en verano, al menos en España. A pesar de mi explicación, la señora se molestó mucho y dijo que nunca volvería a comprar en ese supermercado. © Patricia Cañavate Escolar / Facebook
  • Un día, una cliente preguntó por un tipo específico de embutido que pensó que estaba disponible en nuestra tienda. Le expliqué que no teníamos ese producto en nuestro inventario, y se molestó porque estaba segura de haber comprado ese embutido la semana anterior en nuestra tienda. Pidió hablar con el gerente, pero él también confirmó que nunca hemos tenido ese producto. La cliente se fue gritando que no volvería a comprar en nuestra tienda. © RanZario / Reddit
  • Cuando trabajaba en una tienda minorista, un hombre mayor me gritó después de pedirme que le llevara un espejo grande a su coche, así que llamé a un empleado del almacén para que se lo hiciera. Como estaba nevando y la superficie estaba resbaladiza, y yo estaba embarazada en ese momento, el hombre me insultó y me dijo que era demasiado perezosa y que estaba usando mi embarazo como excusa. © stick_a_fork_in_it / Reddit
  • Como vendedor en una tienda, me sorprende cómo algunas personas llegan con mal humor y son groseras desde la mañana. A menudo, cuando les responden con la misma grosería, exigen un libro de quejas. Entiendo que el cliente siempre tiene la razón, pero como ser humano, no puedo tolerar las groserías. Recuerdo una señora que me dijo: “¿Dónde está tu cultura de vendedor?”. Respondí: “¿Dónde está su cultura como compradora?”. Inmediatamente, pidió a gritos que llamaran a otro vendedor. No entiendo qué esperan estas personas como respuesta a su grosería. ¿Por qué vienen con su mal humor y arruinan el día de los demás? © habitación n° 6 / VK

Si quieres continuar leyendo más historias sobre compradores, aquí tienes otros artículos que pueden gustarte (uno, dos).

Bono: ¿por qué perdemos el control tan fácilmente?

En la sociología y psicología, hay algo que se llama la “Teoría del chivo expiatorio”. Esto se refiere a la práctica de culpar a otros por nuestros propios problemas, lo cual a menudo provoca sentimientos de prejuicio hacia la persona o grupo que se culpa. Al utilizar un chivo expiatorio, podemos explicar nuestro fracaso o comportamiento incorrecto mientras mantenemos una imagen positiva de nosotros mismos.

La psicóloga y analista del comportamiento, Reena B Patel, menciona que los humanos son muy inflexibles por naturaleza. Entonces, cuando algo en su rutina no sale como esperan, las personas pueden alterarse más de lo debido. Por ejemplo, cuando tienes prisa por llegar al trabajo, pero te encuentras atascada en medio del tráfico. O cuando por fin tienes tiempo para leer ese libro que tanto quieres, pero tus hijos te interrumpen.

Es así como estos pequeños inconvenientes se van acumulando con el paso del tiempo, hasta que de pronto, la persona estalla y no importa contra quien sea. Y esto también se da porque no sabemos gestionar nuestras emociones adecuadamente ni sobrellevar la frustración. Es por eso que terminamos desquitándonos, por lo general, en las cosas más banales: tomar un café, una comida, hacer una llamada. Es por eso que, una persona que trabaja en servicio al cliente es, a menudo, un blanco perfecto. Pero no solo eso, también se trata de una cuestión de poder. Y, aunque ese no sea el caso. También es más fácil descargar toda nuestra ira contra un desconocido que, además, está forzado a escucharte que contra un familiar o alguien cercano. Sí, puedes sentirte culpable después, pero no hay vínculos tan cercanos.

Así que, cada vez que sientas que vas a perder el control, recuerda hacer lo siguiente para evitarlo:

  • Respira profundo. Sí, seguramente ya lo habrás oído un montón de veces y, aunque puedas creer que no, sí funciona. Inténtalo. Detén todo un segundo e inhala y exhala varias veces hasta que sientas que los músculos de tu cuerpo se van relajando. Después de eso, muy probablemente verás las cosas de otra manera.
  • Escribe. Una buena manera para liberarnos de pensamientos negativos, incluyendo enojos y demás, es ponerlo todo en un papel. Sin pensar. Cuando termines sentirás que te has quitado un peso de encima y verás la situación desde otra perspectiva.
  • Distráete. Busca algo qué hacer para no pensar en lo que te molesta. Sal a caminar, ve algo en la televisión, lee, juega, etc.
  • Moja tu cara. Sí, literalmente. No solo te vas a refrescar, también desencadena el reflejo de buceo de los mamíferos, lo que provoca que se ralentice el ritmo cardíaco y la respiración. Eso reduce los síntomas físicos de la frustración.
Imagen de portada Carmen Salim / Facebook
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